lunes, 31 de octubre de 2011

APOSTANDO POR LO NUESTRO: LOS SANTITOS O EL PAN POR DIOS


Estamos en un día de celebración familiar, porque rendimos culto a los que nos antecedieron. Es el momento de recordarlos y recordar todo aquello que nos dejaron de legado. Pero también es un día de celebrar tradiciones, cada una de las cuales tiene su geografía. Y estamos entre dos tradiciones distantes geográficamente: el Halloween y el Pan por dios o los Santitos. La primera vez que oí lo de la celebración del Halloween fue en el contexto escolar, siendo ya maestra, cuando los colegas de inglés celebraban, como elemento motivacional dentro del tema de la cultura inglesa, el Halloween. En aquel entonces, salvo en el contexto escolar, casi no tenía presencia en nuestro entorno esta celebración, si descartamos algún núcleo turístico. Pero lo malo es que se ha extendido su uso, y mientras dejamos caer con los años las tradiciones propias, como es el Pan por Dios o Los Santitos, hemos visto proliferar la celebración del Halloween, hasta el punto que se ha convertido en un nuevo filón a explotar comercialmente. A la proliferación del Halloween no resulta ajeno el atractivo que tiene el mundo del misterio, cierta parafernalia tétrica de la que gustamos consumir. Y al final se transforma en una suerte de carnaval fuera de fecha, para una gente que ya tiene su propio carnaval, y lejos de ser, como en las clases de inglés, una forma de conocer otras culturas, se trivializa la celebración y nunca se sabe si celebramos Halloween o un carnaval tétrico, y para los más pequeños, con “chuches”. Y mientras, nuestras auténticas celebraciones de los Santos, languideciendo. Gracias a Dios, en el casco de nuestro municipio se ha preservado, de manera milagrosa y de la manos de maestros y maestras y padres y madres colaboradoras, la antigua tradición de los Santitos, que salen a lo largo del día 1 de noviembre, con cestitas primorosamente engalanadas por su familia (últimamente se ven bolsas plásticas, y sería bueno que se volviera a la tradición de las cestitas, que le otorga categoría y primor a la celebración), y piden un regalo a sus vecinos por Dios. Es la fiesta de los más pequeños, conocida por Los Santitos, y que se extiende a los barrios costeros del vecino municipio de La Guancha (Santo Domingo y Santa Catalina). En la zona alta de San Juan se pedía el Pan por Dios. Desapareció, o hicieron desaparecer esta tradición hace años, y se sustituyó, con el beneplácito de un grupo de gobierno anterior que se hacía llamar nacionalista-localista, por una celebración externa y que nada tenia que ver con nuestro municipio. Esta tradición proviene de nuestra cultura cristiana, y nosotros hemos promovido su recuperación desde este año, no sólo por ser más cercana la tradición cristiana a nuestra gente sino porque conservando nuestras tradiciones nos valoramos a nosotros mismos y lo que fuimos. Proviene la tradición de la arraigada hospitalidad y generosidad con los demás de nuestros ancestros, donde la caridad iba a la par con la convivencia cotidiana. Todos los de cierta edad, en nuestra infancia, dependiendo del lugar donde vivimos, salimos a pedir el Pan por dios o Los Santitos, terminando el día dando buena cuenta de las viandas que nos daban en cada casa: golosinas, frutos, alguna temprana castaña o almendras, higos pasados o algún rosquete…. Sigue existiendo en la zona costera el festín posterior, pero esa algarabía del acto de pedir, el gozo de dar o de recibir, y el contacto de grandes y chicos se perdió. La generosidad se aprende, y honra al que da y enseña al que recibe. Por eso hemos querido recuperarlo desde el ayuntamiento. Como refrendo institucional en el caso de la zona que siempre lo ha celebrado, y como recuperación de la zona donde se perdió. Comenzamos este año, con la colaboración de las Concejalías de Juventud y de educación y del personal de la Escuela Infantil Trompita y de las madres y padres. Un cortejo alegre de niños y niñas, que se habían aprendido su frase, caminaron diligentemente por los comercios de San José, siendo agasajados por sus propietarios y terminaron en el ayuntamiento, donde recitaron su frase tras trepar literalmente por los asientos del Salón de Plenos y afanarse, en ese pequeño descanso, en dar cuenta de las primeras golosinas.

Gracias a todas las personas que han permitido recuperar en parte del municipio esta antigua tradición. Y a ver si el año que viene logramos darle el impulso necesario para que sea la tradición de la zona el día de Todos los Santos. Porque nuestras tradiciones hacen al pueblo atractivo y contribuyen a decir que SAN JUAN DE LA RAMBLA ESTÁ DE MODA……

1 comentario:

Anónimo dijo...

Esto es verdad, pues estoy harto del dichoso Halloween que no forma parte de nuestra cultura ni nada, y creo que se debería fomentar empezando por los colegios, que los niños ven el día de los difuntos como una fiesta, olvidando nuestras raíces.