domingo, 25 de diciembre de 2011

UN CUENTO DE NAVIDAD: EL PUEBLO DE LOS PLANTADORES Y LOS TALADORES


Hoy, a última hora del 25 de diciembre de 2011, quiero compartir con ustedes un cuento de Navidad. El cuento de los plantadores y de los taladores de árboles. Que lo reflexionen y lo disfruten.
Había una vez un pequeño poblado separado del mar y sus grandes acantilados por un bosque. Aquel bosque era la mejor defensa del pueblo contra las tormentas y las furias del mar, tan feroces en toda la comarca, que sólo allí era posible vivir. Pero el bosque estaba constantemente en peligro, pues un pequeño grupo de seres malvados acudía cada noche a talar algunos de aquellos fuertes árboles. Los habitantes del poblado nada podían hacer para impedir aquella tala, así que se veían obligados a plantar constantemente nuevos árboles que pudieran sustituir a los que habían sido cortados.
Durante generaciones aquella fue la vida de los plantadores de árboles. Los padres enseñaban a los hijos y éstos, desde muy pequeños, dedicaban cada rato de tiempo libre a plantar nuevos árboles. Cada familia era responsable de repoblar una zona señalada desde tiempo inmemorial, y el fallo de una cualquiera de las familias hubiera llevado a la comunidad al desastre.
Por supuesto, la gran mayoría de los árboles plantados se echaba a perder por mil variadas razones, y sólo un pequeño porcentaje llegaba a crecer totalmente, pero eran tantos y tantos los que plantaban que conseguían mantener el tamaño de su bosque protector, a pesar de las grandes tormentas y de las crueles talas de los malvados.

Pero entonces, ocurrió una desgracia. Una de aquellas familias se extinguió por falta de descendientes, y su zona del bosque comenzó a perder más árboles. No había nada que hacer, la tragedia era inevitable, y en el pueblo se prepararon para emigrar después de tantos siglos.
Sin embargo, uno de los jóvenes se negó a abandonar la aldea. “No me marcharé”, dijo, “si hace falta fundaré una nueva familia que se haga cargo de esa zona, y yo mismo me dedicaré a ella desde el primer día”.
Todos sabían que nadie era capaz de mantener por sí mismo una de aquellas zonas replantadas y, como el bosque tardaría algún tiempo en despoblarse, aceptaron la propuesta del joven. Pero al hacerlo, aceptaron la revolución más grande jamás vivida en el pueblo.
Aquel joven, muy querido por todos, no tardó en encontrar manos que lo ayudaran a replantar. Pero todas aquellas manos salían de otras zonas, y pronto la suya no fue la única zona en la que había necesidad de más árboles. Aquellas nuevas zonas recibieron ayuda de otras familias y en poco tiempo ya nadie sabía quién debía cuidar una zona u otra: simplemente, se dedicaban a plantar allí donde hiciera falta. Pero hacía falta en tantos sitios, que comenzaron a plantar incluso durante la noche, a pesar del miedo ancestral que sentían hacia los malvados podadores.

Aquellas plantaciones nocturnas terminaron haciendo coincidir a cuidadores con exterminadores, pero sólo para descubrir que aquellos “terribles” seres no eran más que los asustados miembros de una tribu que se escondían en las laberínticas cuevas de los acantilados durante el día, y acudían a la superficie durante la noche para obtener un poco de leña y comida con la que apenas sobrevivir. Y en cuanto alguno de estos “seres” conocía las bondades de vivir en un poblado en la superficie, y de tener agua y comida, y de saber plantar árboles, suplicaba ser aceptado en la aldea.

Con cada nuevo “nocturno”, el poblado ganaba manos para plantar, y perdía brazos para talar. Pronto, el pueblo se llenó de agradecidos “nocturnos” que se mezclaban sin miedo entre las antiguas familias, hasta el punto de hacerse indinstinguibles. Y tanta era su influencia, que el bosque comenzó a crecer. Día tras día, año tras año, de forma casi imperceptible, el bosque se hacía más y más grande, aumentando la superficie que protegía, hasta que finalmente las sucesivas generaciones de aquel pueblo pudieron vivir allá donde quisieron, en cualquier lugar de la comarca. Y jamás hubieran sabido que tiempo atrás, su origen estaba en un pequeño pueblo protegido por unos pocos árboles a punto de desaparecer.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

mmm/mmm no sé por qué pero me suena conocido este cuento. Me hace pensar cierto paralelismo con hechos que no pasan desapercibidos a los ojos de los que vemos pasar la vida.A los ojos de los que estamos atentos a nuevos cambios. A nuevos retos. A nuevos descubrimientos. A los ojos de los que, sin encumbramientos, estamos siguiendo los pasos de los hacedores de un mundo mejor. Más humano, más solidario, más ecuánime... más entendible. En definitiva, a los que plantamos para bien de los que estamos y de generaciones venideras. Me suena a la dicha y felicidad de los que hacen las cosas. No por el afán del mero reconocimiento, sino más bien por el gusto y el placer de hacer las cosas bien hechas y con el corazón.Por el placer de saber que el trabajo común y solidario es la recompensa al mismo esfuerzo y tesón. Y "tesonará" al final una melodía delicada,fina, contrastada, tal vez efímera, pero una melodía que llena los corazones de buena voluntad y sensibilidad.
mmmm/mmmmmm ... no sé por qué me suena este cuento.
Pero por el momento, disfruto de esos magníficos árboles que, por fin, van creciendo en mi municipio. Y disfruto de su magnífica vista de ahora y del futuro. Y llevo y traigo a gente de fuera a que se congratulen conmigo de esta estampa navideña de cero Pts. (Discúlpenme me sigue gustando la lotería cantada en Pts).Y hago lo posible porque mi municipio crezca a la altura de todos los árboles plantados. "Grano no hace granero, pero ayuda al compañero).
mmm/mmm me sigue sonando este cuento...

ANONIMO dijo...

DOÑA FIDELA Y TOMAS DESPUES QUE HUSTEDE ENTRARO HAY MUCHO CAMBIOS EN EL PUEBLO Y MUCHA ARMONIA LES DESEO TODO LO MEJOR A TODOS Y QUE CON LOS TIEMPO CORREN POR LO MENOS LOS SENTIMO APOYA POR HUSTEDES Y ESCUCHAN EL PUEBLO YA HESO LOS HONRA COMO PERSONA DIOS LOS BENDIGA A TODO

Anónimo dijo...

¿Qué pasa ahora?- ¿Es que tampoco pueden soportar que la armonía se vaya instaurando en nuestro municipio? ¿Cuál es el asunto? ¿Tal vez que vienen y van sin entender el movimiento popular y unánime de unir lazos y corazones?.¿Es que les cuesta admitir que las cosas van cambiando de color paulatianmente y que ese cambio se ve acrecentado cada día que pasa? ¿Es que también molesta que San Juan de la Rambla salga en los medios de comunicacióny a nivel cultural más veces de lo que tenían contabilizado?¿No lo aguantan, no lo soportan, no lo entienden, no les cabe todavía en sus cabezas que no son los amos?.
Sra. Alcaldesa, ruego que cualquier tipo de delito no quede impune ante los ojos de sus ciudadanos. Ni ante la justicia que nos ampara. Los atorrantes, de haberlos, han de pagar por sus fechorías.
No toleramos a personas que no tengan en mínimo respeto por sus vecinos. Ni tampoco a los que creen y piensan que todo vale. No más amedrentamientos...