miércoles, 14 de marzo de 2012

EL CINISMO Y LA VERGÜENZA DE LA FALTA DE ÉTICA POLÍTICA


Qué lástima la manía de empozoñar la vida política a base de mentiras. Los “vivos” que gobernaron durante 24 años se acostumbraron a pensar que siendo "vivos" siempre iban a ganar, que siendo "vivos" iban a seguir amedrentando y engañando a los vecinos, y eso incluyó maniobras rastreras y arteras, trampas o engaños con tal de perpetuarse en el poder. Y ahora siguen erre que erre pensando que eso les va a permitir recuperar el poder que perdieron porque los vecinos no soportaron más esa infecta y deleznable actitud. La ética de tales individuos es un concepto que les queda lejano. Piensan, si conocen la palabra, que la ética es incompatible con la política. Por eso, en estos últimos meses, hemos asistido estupefactos, ya desde dentro del ayuntamiento, al destape de anteriores niveles inimaginables de corrupción, de desgobierno, de colapso administrativo, de confusión entre empresas propias (del gobierno anterior) y los asuntos públicos, de facturas injustificables, de cosas compradas no inventariadas o simplemente desvalijadas.... Todo esto podría traer una desmoralización, una falta de ánimo y de esperanza si no fuera porque el grupo de gobierno actual es producto de  la   reacción de la gente al darse cuenta de cómo la habían engañado y robado; y ha sido una indignación ética también la que ha generado la protesta y movilización de muchos sectores de la población ante la impunidad, la violación de los derechos ciudadanos, el autoritarismo y la destrucción de la institución local perpetrada por el anterior grupo de gobierno, que hizo que le hurtaran el voto que creían que tenían seguro. Asi se produjo la noche de las elecciones los ataques de los que se creian impunes en su acción destructiva de lo que es de todos y de la democracia más elemental. Es decir, aunque existen muchas reservas morales en nuestra sociedad, nuestros vecinos estimaron que no todo estaba corrompido, y hubo un profundo reclamo de ética en la política como base de la confianza y credibilidad que ésta debe recuperar que se tradujo en el voto de cambio del 22 de mayo pasado. Ahora la gente sonríe, participa, es libre, incluso aquellos que le negaron la libertad, el pan y la sal a sus convecinos cuando detentaron un poder que no merecieron nunca. Ahora se empieza a tener conciencia de que una acción política con ética es posible. Es necesario que los rambleros podamos procesar o elaborar todo lo que hemos vivido, comprender qué nos ha sucedido y por qué, para limpiar nuestro aire y poder ver la gran oportunidad que tenemos de reconstruir nuestro pueblo. Una parte de esa tarea es devolverle la ética a la política. Y devolver la ética a la política es hacer exactamente lo contrario de lo que hicieron aquellos desgobernantes que mantuvieron al pueblo empobrecido, sin inversiones y que cuando vieron que el panorama económica se viraba dijeron textualmente que ya la vaca no daba leche y que se iban y que los listos como ellos debían abandonar el barco también. Con los bolsillos llenos, pero huyendo como las ratas cuando el barco se hunde, sobre todo porque el casco lo dejaron lleno de agujeros. Y hablaremos en los próximos días de facturas impagadas, de gastos comprometidos, de empresas de concejales que facturan al ayuntamiento, de socios de concejales con adjudicaciones irregulares... hablaremos, porque no se puede guardar silencio cuando la ética, aquella por la que los ciudadanos nos dieron la confianza, sigue siendo la gran ausente del vocabulario y del comportamiento de quienes tienen (aún, de manera incomprensible) el favor de una parte del pueblo. Que ahora es menos y que esperemos que, por su comportamiento,  se convierta en el futuro la mínima expresión. Porque no se puede engañar a la gente durante todo el tiempo. Y porque por mentir durante más de 24 años no se merecen confianza alguna.

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