domingo, 18 de marzo de 2012

LA REUNIÓN DE LA COMUNIDAD DE VERGARA Y LA POLÍTICA EN SJR

Desde los tiempos de la transición democrática de los años 70 se habla, dentro de la política activa, de consenso. De aquella época heredamos los niveles máximos de consenso, desde la diferencia ideológica, cuya máxima expresión es precisamente nuestra Constitución, que parece anticuada, encorsetada y en la que se han demandado cambios, pero que precisamente por los niveles de consenso alcanzados en su nacimiento, son cambios que nadie se atreve a hacer. Afortunadamente, pues, la Constitución española se redactó y se aprobó con un consenso mayoritario de todos los grupos políticos, algo que era imprescindible si se quería que la misma no resultara efímera. En la actualidad son muchos los estamentos políticos que apelan a la necesidad de consensos o pactos para superar situaciones con extrema dificultad. La actual situación económica española, canaria y, sobre todo, ramblera (donde el paro, insisto, no es coyuntural, sino que lleva siendo superior al paro de otro lugares durante un par de décadas) es de tal gravedad que sería inútil perder un solo minuto en tratar de explicarla, porque todos los días nos abruman con datos y cifras que la ponen de manifiesto de forma concluyente. Esta es una de las situaciones que exige altura de miras, como la que tuvieron el viernes las dos partes que protagonizaban un largo y litigioso conflicto dentro de la Comunidad de la galería de Vergara. La consideración de Vergara como patrimonio de la isla, trascender de las posiciones propias para tender una mano al adversario, la generosidad de algún comunero que dió, por el bien común, un paso atrás para propiciar el necesario consenso (orgullosamente me cabe decir que ese paso atrás fue protagonizado por un ramblero, un hombre de bien que puso por encima de su persona los intereses colectivos) hizo que un acuerdo que en las primeras horas parecía imposible se resolviera con un acuerdo casi unánime para bien de la comunidad que, dada su importancia,e s lo mismo que decir para bien de la isla. Emulando esta situación, cabe decir que ante las dificultades de las administraciones públicas locales, donde el ayuntamiento de San Juan de la Rambla no es una excepción, y desde posiciones radicalmente diferentes, hay dos tipos de reacciones. Una, la de una oposición que echa tierra sobre sus responsabilidades cercanas por haber sido gobierno hasta hace pocos meses y haber puesto los cimientos de lo que se manifiesta ahora con especial virulencia, y otra de quienes abogan, con altura de miras, encuadrar las actuaciones necesarias en un clima político de entendimiento y consenso en aquellos asuntos en los que es posible y necesario para los ciudadanos que, al final, son los que sufren las desavenencias o se benefician de los acuerdos de cara a objetivos positivos para el municipio. Y eso es posible, ya digo, con altura política como la que demostraron los comuneros de Vergara el viernes, en el sentido de que, aunque ser mantengan posturas distantes sobre cuestiones en las que sus diferencias ideológicas parecen, a priori, insalvables, se pueden consensuar aquellos asuntos que necesitan del concurso de todos, no para salir adelante, porque para eso está la mayoría, sino para hacer visible que todos y todas nos implicamos para sacar del marasmo económico al municipio y para hacerlo progresar. Y ese consenso no se consigue gritando, siendo irrespetuoso, mintiendo, calumniando. Se consigue poniendo al municipio por encima de la defensa personal del status perdido. Y exige que aunque se hayan intercambiado los roles de gobernantes y opositores, el consenso sea imprescindible porque la realidad económica y social no deja hueco para la crispación. Por ello, la réplica de la oposición debía ser constructiva. Es obvio que, pese a este ejercicio común de responsabilidad, el consenso no pueda darse en cualquier circunstancia; pero el rechazo se ha de demostrar desde el razonamiento y el rigor, nunca desde la mentira, la injuria, la calumnia y la falta del más elemental respeto a las reglas del juego democrático. Pero, como en cuestiones cruciales y en momentos de convulsión económica y social, considero que es vital que se dé un entendimiento entre las distintas fuerzas políticas, aún confío en que alguna vez, más pronto que tarde, las posiciones pasen a ser de defensa de la comunidad y no de enfrentamiento. Tal vez, en algún momento, sea posible un gran acuerdo de gobernabilidad del municipio, donde todos a una, rememos para que este barco vaya hacia adelante. Sé que lo que manifiesto es utópico, pero ¿qué sería de nosotros sin la utopía, la persecución de un sueño que nos hace más grandes, más libres, más poderosos y con más fuerzas? Lo que se consiguió en Vergara también parecía imposible y se logró. Déjenme que ese acontecimiento me haga albergar la esperanza de que también es posible para SJR. Porque si Vergara es patrimonio de la isla, SJR es patrimonio de todos y a todos nos compete. O así debe ser.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Las soluciones al desempleo en San Juan de la Rambla yo las ubico en San Juan de la Rambla, en el cabildo de Tenerife, la Comunidad Autonoma de Canarias , el Gobierno del Estado y la Union Europea. Pero hablando de la Comunidad Autonoma de Canarias hay cancha para mejorar los niveles de paro haciendo acciones como:
-Suavizar las directrices de la moratoria de turismo para generar riqueza en Canarias, hay mucha cancha para mejorar . ¿Para que queremos una playa en las aguas si no se pueden hacer acciones ulteriores como un hotel ,etc? tal y como están las cosas ahora es imposible generar empleo.
-Hacerse con las competencias en costas, playas. Hay muchas playas en el norte de Tenerife que se podría crear, regenerar y si ha eso añadimos CAMBIOS EN LA MORATORIA DE TURISMO para hacerla más flexible y generar riqueza (crear algún hotel,etc)pues estas dos cosas generaría riqueza.