jueves, 19 de abril de 2012

ACABADO EL VINO Y EN RIESGO EL PAN, DÉJENNOS LAS ROSAS


Treinta y ocho años separan las dos películas. Días de vino y rosas es una magnífica película de 1962, un clásico imprescindible, dirigida por Blake Edwards y magníficamente interpretada por  Jack Lemmon (su major papel dramático si prescindimos de Missing, de Costa Gavras), Lee Remick, Charles Bickford, Jack Klugman que trata del drama que supone las adicciones (el alcoholismo) en la vida de las personas. Pan y rosas, otra magnífica película de 2000, dirigida por Ken Loach, e interpretada por Pilar Padilla, Adrien Brody, Elpidia Carrillo, Jack McGee, Mónica Rivas, Frank Dávila, trata de cómo dos mujeres inmigrantes se interesan poco a poco por sus derechos de la mano de un activista político y se involucran por su lucha.
A propósito de los recortes que observamos, nos damos cuenta de que los días de vino y rosas se acabaron. Afortunadamente, digo yo. El despilfarro y la metida de mano en la lata del gofio no daba para mucho más tiempo. Pero estos últimos recortes,  los del pan y rosas, tocan de lleno los derechos sociales, el estado del bienestar, la salud, la educación, las pensiones, la dependencia, los más pequeños y los mayores. Y alguien se está apoderando del pan que es de todos y que tanto nos costó amasar. Largos años de lucha por el estado del bienestar están siendo devorados en un santiamén. Es imposible que, como las dos protagonistas de Pan y Rosas, no nos rebelemos. No por nosotros, sino por todos aquellos que ahora son vulnerables y están indefensos. Y entonces, acabado el vino y viendo como el pan no es respetado, pedimos encarecidamente que entre todos recuperemos las rosas como símbolo de la lucha que comenzó hace mucho más de un siglo y que buscaba lo que estamos empezando a perder y que costará volver a recuperar: la defensa de los trabajadores, la aprobación de leyes como el descanso dominical y la jornada de ocho horas, la protección del trabajo de los colectivos necesitados de equiparación, el voto universal y secreto, la lucha por los derechos civiles y políticos de las mujeres en nuestro país, la defensa de los intereses de los sectores más necesitados de nuestra sociedad, la lucha por los derechos básicos de la persona, la educación y la sanidad universal, un sistema de pensiones también universal, la asistencia a los más vulnerables (discapacitados, dependientes, mayores, niños), en la lucha irrenunciable por la igualdad. Así, que roguemos porque nos queden las rosas para que, en recuerdo de aquellos y aquellas que lucharon por todo esto, no nos quedemos de brazos cruzados ante la que se nos viene encima. Se lo debemos a las generaciones que nos siguen. 

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