Un gigante de la música
tradicional, Mundito, ha recibido hoy cristiana sepultura. De haber contado con
más padrinazgo institucional, de haber sido desde hace tiempo profeta en su
tierra, que debió haber valorado lo que tenía, sin necesidad de inventar nada, hoy
sería reconocido como un icono popular, al nivel de, por ejemplo, Valentina la
de Sabinosa. Si alguien podrá haber
aglutinado una reivindicación de la identidad canaria y la herencia popular era
Mundito. En la presentación de la obra magna de Los Alzados en San José, en
septiembre de 2011, su búsqueda del violín para tocar, la energía con la que lo
buscó y la búsqueda de la bondad de la interpretación nos arrancó lágrimas de los
ojos. Este magnífico intérprete de la música tradicional, valioso también por
haber preservado el violín como instrumento tradicional, representa el eslabón
perdido -casi diríamos que el eslabón hallado gracias al rigor del trabajo de
Carmen Nieves Luis- de la cultura popular canaria en una época, en la primera
mitad del pasado siglo, en la que en ausencia de partituras y grabaciones que
mantuvieran vivo el acervo cultural, cualquier expresión de música popular
dependía de la transmisión oral de padres a hijos. Y ninguna familia lo hizo
mejor, en la lejanía de la fuente del Bardo, tras jornadas agotadoras de
trabajo, que la gran familia de Los alzados, de la que tan orgullosos nos
sentimos en nuestro municipio, tanto que son la primera medalla de oro del
mismo. Para Carmen Nieves, la excelente investigadora, supuso el
descubrimientos de ritmos y géneros del folclore que se creían perdidos para
siempre pero que, como pronto supo, se mantenían vivos a duras penas en los
cánticos de los mayores de nuestra natural y común comarca de Icod de los Trigos,
tal vez por estar tan apartada, tal vez porque las tradiciones y la música les permitía mantenerse ligados a
sus ancestros, a esos ancestros tan nombrados y tan poco valorados en general.
Mundito anduvo a caballo entre dos tiempos, como si la historia se hubiera
detenido en el e impulsado a su vez su figura más allá de las divisiones generacionales,
tal y como se desprende del magisterio que ha transmitido a su familia, y el
cariño y la devoción con que sus nietos lo distinguían. Su descubrimiento dentro
de Los alzados a través del trabajo de investigación de Carmen Nieves Luis es
de una importancia sobrecogedora no sólo por su innegable talento en su
particular modo de acompañar con su instrumento los cantos y de recoger la
herencia de nuestros -y sus- antepasados, sino también por lo que tiene de
acontecimiento social e histórico para nuestra villa y para toda
Canarias, como bien se demuestra con la concesión a Los Alzados del premio Canarias de Cultura Popular. Su descubrimiento y el riguroso trabajo de Carmen Nieves Luis y de su equipo (parte de él ramblero, como por ejemplo, Toñy Ruiz) permitió que su legado (y el del resto de Alzados) pasara no ya a nosotros, sus vecinos , sino a cientos de miles de canarios de las siete islas, descubridores a la vez del estudio etnográfico y del sonido de los rezos, cantos de trabajo y de entretenimiento. Este trabajo ha permitido superar las limitaciones del boca a boca, y con un paso de gigante perdurará y se asentará más allá de los embates del tiempo y del olvido, a un futuro donde el violín de Mundito será un ejemplo espléndido de una música que bebe de nuestros ancestros, en un amplio y feliz mestizaje recogido mediante la tradición oral de todo un pueblo, el nuestro, que ha atesorado un legado de siglos en los cantos y el acompañamiento instrumental de personas como Mundito. Cuando una oye reivindicar una artificial identidad canaria, cuando hay quienes incluso se atreven a reinventarla, la recuperación de géneros y estilos ancestrales de los Que Mundito es una expresión genuina, nuestra y valiosa pone el acento en lo que sí es cultura tradicional, lo que sí es lo nuestro, lo que sí es de verdad identidad canaria.
Canarias, como bien se demuestra con la concesión a Los Alzados del premio Canarias de Cultura Popular. Su descubrimiento y el riguroso trabajo de Carmen Nieves Luis y de su equipo (parte de él ramblero, como por ejemplo, Toñy Ruiz) permitió que su legado (y el del resto de Alzados) pasara no ya a nosotros, sus vecinos , sino a cientos de miles de canarios de las siete islas, descubridores a la vez del estudio etnográfico y del sonido de los rezos, cantos de trabajo y de entretenimiento. Este trabajo ha permitido superar las limitaciones del boca a boca, y con un paso de gigante perdurará y se asentará más allá de los embates del tiempo y del olvido, a un futuro donde el violín de Mundito será un ejemplo espléndido de una música que bebe de nuestros ancestros, en un amplio y feliz mestizaje recogido mediante la tradición oral de todo un pueblo, el nuestro, que ha atesorado un legado de siglos en los cantos y el acompañamiento instrumental de personas como Mundito. Cuando una oye reivindicar una artificial identidad canaria, cuando hay quienes incluso se atreven a reinventarla, la recuperación de géneros y estilos ancestrales de los Que Mundito es una expresión genuina, nuestra y valiosa pone el acento en lo que sí es cultura tradicional, lo que sí es lo nuestro, lo que sí es de verdad identidad canaria.
Porque la cultura canaria ha de
nutrirse de personajes como Mundito, al igual que él lo hizo de sus padres,
abuelos y convecinos, y sus descendientes lo han hecho de él. Mundito, así, no
ha muerto. Pervive en los suyos y en todos aquellos que lo valoramos como lo
que es, un icono de lo que fuimos y que marca lo que seremos. El feliz
mestizaje de la canariedad. Hasta siempre, Mundito, y gracias por enseñarnos.
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