sábado, 16 de noviembre de 2013

PEPE Y EDMUNDO, COMPAÑEROS: SENCILLAMENTE ¡¡¡¡GRACIAS!!!!


Queridos amigos Edmundo y Pepe, queridos maestros: Tuve la oportunidad de asistir este viernes al acto sencillo pero emotivo de homenaje a Edmundo. Me fue imposible, por coincidir con un "deber inexcusable" como dice nuestro papel de justificación de ausencias (ustedes ya no lo van a usar jamás) acudir al de Pepe Valdivieso, pero valga lo que digo para ambos. A ustedes, a mí que también soy maestra, nos ha correspondido durante décadas la formación inicial de los ciudadanos de este país, que ahí es nada. Es decir, educarlos en sentido amplio, que trasciende el término enseñar. Han llegado ambos al final de un largo camino de honradez profesional y humana, y en el caso de Edmundo, ha coincidido casi con el patrón del magisterio, de San José de Calasanz. Con ustedes se va, poco a poco, una hornada de excelentes profesionales que han puesto en práctica los muchos programas educativos que han caracterizado las últimas décadas de la educación española. Maestros que han consagrado su vida a la educación, maestros que imponen un enorme respeto por la dedicación de toda una dilatada trayectoria vital a la profesión, que si es algo digno de encomio en cualquier profesión, si además esta ocupación es la de maestro, cobra un doble significado y precisa de un plus de admiración. Ustedes son maestros, que, con perdón del resto de compañeros, es un término felizmente recuperado más profundo y emotivo que el de profesor. Maestros son los que dejan huella y ustedes la han dejado. Es gratificante escuchar a personas de cierta edad que rememoran con cariño a sus maestros, o casi mejor, a su maestro, uno, el que nunca olvida. Eso me pasa ahora con los alumnos en el caso de Pepe y ya empiezan a añorar la figura de Edmundo los que aún están en nuestras aulas. Han dejado lazos imperecederos con sus alumnos, pero también han marcado escuela en los compañeros y las compañeras y en el propio centro. Envueltos en la nostalgia, muchos recuerdos podrían transmitir a las nuevas generaciones de maestros. El peregrinaje inicial por pueblos, aldeas, tal vez escuelas unitarias con dotaciones materiales escasas, al que hizo brevemente referencia Edmundo en su breve y emocionante discurso de ayer estuvo unido a la ilusión y el entusiasmo propio de quien comienza y con la juventud sabe superar todos los obstáculos. Pero en el caso de ambos, esa cualidad, lejos de desaparecer, se ha acrecentado con el tiempo. Además, han sido los protagonistas de las grandes transformaciones que en el terreno educativo se han operado en España, y aunque en la actualidad se avanza con firmeza hacia una enseñanza cada vez más fecunda en conocimientos, en tecnología, en recursos materiales, me cuestiono si se avanza al mismo ritmo en valores, en esos valores en los que ustedes se mueven, en cuanto a su enseñanza, como peces en el agua. Ustedes ya han cumplido con sus obligaciones, ya han prestado a la sociedad el servicio que les exigía, pero los que todavía seguimos en el campo de la educación y queremos contribuir a una sociedad más justa, más libre, más solidaria, tenemos mucho que aportar, debemos en esforzarnos en recuperar y actualizar la escala de valores que ustedes han transmitido durante décadas. Queda un largo trecho por recorrer y lo haremos mientras estemos en la profesión, pero se lo encargaremos y se lo demandaremos a aquellos que nos sustituyan. Les deseo, compañeros y amigos, que la jubilación recién adquirida, ese merecido descanso después de tantos años en las aulas se convierta en una etapa de sosiego, de mayor libertad para dedicarse a personas o aspectos que el trabajo cotidiano impidió realizar con la intensidad deseada. Espero y deseo que cuando sus amistades les pregunten ¿qué tal estás con la jubilación? puedan responder con un "Me encuentro jubiloso", y con la sonrisa que Pepe, con socarronería, decía ayer que "era su actual cara seria", pues no en vano la palabra jubilación también tiene que ver con la idea de júbilo, de alegría, de regocijo. Compañeros, de lo que si que estoy segura es de que tienen que estar contentos, gozosos, entre otras razones por ser conscientes del deber cumplido. Llegan tiempos de serenidad, lejos del estrés de los madrugones, las correcciones y las evaluaciones, y yo les pediría que intenten bucear en el pasado, recordar episodios buenos y menos buenos, pues de todo habrá habido en su paso por las aulas, y formar un anecdotario con el que recrearnos cuando nos encontremos. Como aunque la memoria es caprichosa, suele ser muy selectiva y tiende a recordar los acontecimientos más gratificantes y a arrinconar los más desagradables, podremos echarnos unas risas entre recuerdo y recuerdo. Pero también, como premio por el deber cumplido con creces, les demando que vívan el presente jubiloso al que se incorporan con intensidad y que disfruten de esta larga etapa de quietud y tranquilidad que se abre ante ustedes. Gracias infinitas por su ejemplo, que es parte de nuestras vidas. Sencillamente, gracias.

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