Al compañero Agustín Miranda, con fraternidad socialista
Corría el año 1993. Felipe González acababa de perder la mayoría absoluta. Con el convencimiento de q podía echar una mano, xq comenzaban las horas bajas, me dirigí a la agrupación de mi zona, en Las Delicias, Ofra, y le pedí a unos vecinos q me avalaran para solicitar mi alta en el PSOE. Un poco antes lo había hecho mi hijo Pedro, q había movilizado a la juventud de su entorno para la campaña y la cobertura de mesas. Todos acababan de cumplir 18 años, y les esperaban, y lo sabían, momentos duros dando la cara por un partido que transitaba por uno de sus momentos bajos históricos. Pero les animaba el afán de servir, no de servirse. Sacrificio sobre beneficio. Beneficio, si, pero colectivo. Por eso entramos.
Veintitrés años después, en momentos duros y convulsos, un admirado amigo me ha recordado aquello y me ha dado una alegría. Como los mejores, cuando tantos abandonan el barco, él entra y se ofrece a ayudar a cerrar las grietas del barco. Militantemente, se ofrece a servir. Es de los buenos, de los reflexivos, de los q han estado ahí, de los mejores. No necesita al partido, salvo para mirarse en unas siglas históricas en las q se siente representado. Viene a dar, no a q le den. Viene para quedarse y para garantizar la pervivencia del histórico partido, el q más ha hecho por la sociedad, sobre todo x los más vulnerables. Viene a devolvernos la esperanza. ¡¡¡¡Gracias, Agustín, por ser y por estar en este momento!!!!
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