miércoles, 19 de octubre de 2016

LA GRAN DECEPCIÓN. QUE DIOS NOS COJA CONFESADOS

LA GRAN DECEPCIÓN




La tristeza me invade hoy. "No es esto, no es esto", clamaba Ortega y Gasset. Treinta y ocho años después de que comencé a enseñar en la pública, me siento fracasada como profesora y como ciudadana, como combatiente por las libertades y como persona. Lo de la Complutense de hoy no tiene nombre. Dos centenares de estudiantes cobardes, q ocultaban sus caras, despilfarraron la herencia recibida de quienes luchamos por dejarles un estado de derecho, cuyos máximos valedores, cada uno en su ámbito, fueron los agredidos hoy. Despilfarran, además, nuestros impuestos, que sostienen el 90 por ciento de su estancia en la universidad. Niños de élites, que desconocen que el descenso de matrículas en la universidad tiene su origen, como antes de que el socialismo democratizara el acceso a las mismas, en que muchos estudiantes descartan esas enseñanzas xq sus familias no pueden costearlas. Bachilleres ignorantes q conculcan precisamente la denominación del lugar donde se encuentran: universidad. Acémilas que, si piensan, botan  la carga.
Hace unos días, el Nobel de la Paz Pérez Esquivel, dió una charla en la ULL, que concitó tanto interés que hubo que desplazarla al Aula Magna de Guajara. Durante su intervención, una veintena de estudiantes abandonaron la sala, cuando el Nobel hizo mención a la lucha por la paz de los Teólogos de la Liberación. No hubo violencia ni escraches,  lo hicieron en silencio, aunque fue ostensible el gesto. A la falta de educación, no obstante, hay q añadirle la falta de madurez y rigor universitario, que de tenerlos, les hubiera hecho consultar a quien iban a oír, con lo  que no se hubieran llevado ninguna sorpresa.
Lo comenté en mi entorno, y no lo hubiera contado en público, si no hubiera pasado lo de hoy. TREMENDA DECEPCIÓN. DIOS NOS COJA CONFESADOS.

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