lunes, 24 de octubre de 2016

LA TOMA DE DECISIONES Y LA FRUSTRACIÓN: A FAVOR DE LA CLÁUSULA DE CONCIENCIA


U/na de las cosas más complicadas que existen es la toma de decisiones. Es algo para lo que no existe formación (como docente siempre he echado de menos un espacio donde se enseñe a hacerlo) y que se realiza cotidianamente. Algunas no tienen complicación, porque cosiste en elegir entre cosas buenas y malas. Obviamente, hay que elegir las buenas. Tampoco importa mucho cuando hay que elegir entre buenas e indiferentes, o malas e indiferentes. En la primera situación, da igual y otros parámetros nos ayudan a decidir. En la segunda, hay que eludir la mala. 
No obstante, tenemos problemas cuando elegimos entre dos opciones malas. El sentimiento de frustración acompaña a cualquiera que sea la opción que tomemos. Además, en el caso de la decisión que acaba de tomar el Comité Federal del PSOE, lo insólito de la nueva situación hace que no puedan medirse en términos de probabilidades los eventos posibles a la hora de tomar la decisión. A eso se le llama toma de decisiones bajo incertidumbre. Se basa en la experiencia de la persona que tiene que tomar la decisión y se presenta cuando no se puede predecir el futuro en función de las experiencias pasadas (normalmente va asociado con muchas variables incontrolables). En este tipo de decisiones no se conoce como pueden variar o interactuar las diferentes variables del problema por lo que hay que plantear las diferentes alternativas para la solución.
A la hora de valorar los resultados de una decisión en condiciones de incertidumbre se puede usar tres formas distintas de hacerlo. Uno de ellos es el Criterio MAXIMIN o Wald, que consiste en elegir aquella estrategia que maximice el peor de los resultados posibles. Está asociado a una valoración pesimista de la situación e intentaría proporcionar el mayor nivel de seguridad posible. En el caso de la decisión tomada por el Comité se justificaría dado que las previsiones sobre repetición de elecciones, dados los resultados recientes, no favorecen, antes al contrario, al PSOE, por lo que la decisión tomada permite aplazar la cita electoral lo suficiente para poder ir a una reflexión profunda dentro de la organización, respetando el voto mayoritario. El segundo es el denominado Criterio MAXIMAX, según el cual criterio habría que optar por aquella estrategia que maximice el mejor de los resultados posibles. También se llama criterio optimista porque es el que usaría una persona optimista. El PSOE es un partido con vocación de gobierno, pero no siendo posible ejercerlo, hemos sido históricamente un partido que ha gobernado, o influido en la gobernanza, desde la oposición. El diálogo en aspectos fundamentales, como la integridad del Estado, la mejora de las leyes e instituciones y el control del gobierno en aspectos programáticos propios permite hacer una labor importante que se traducirá en la modernización de las leyes e instituciones y la mejora de lo que ha empeorado estos cuatro años. Por último, también hay que considerar el denominado Criterio de la frustración mínima, puesto que la mayoría de las personas no son extremadamente optimistas ni pesimistas, con lo que hay que ordenar las estrategias y establecer diferencia entre el resultado obtenido y el mayor posible con cada posible situación, escogiendo la estrategia que minimice este resultado. Ese término medio es el difícil. Decidido que lo que menos daño y más ventajas nos ofrece, al PSOE  y al país, es la abstención, hay que procurar que se produzca la frustración mínima entre nosotros. Por ello, hay que combinar la sensatez y la dificultad de la toma de decisiones del sábado, con evitar aumentar la frustración. Por ello abogo porque nuestra organización, garantizando el cumplimiento de lo decidido, permita el uso razonado de la cláusula de conciencia, que es compatible con la gobernanza que se va a permitir. 
Tomar decisiones siempre es complicado, sobre todo cuando no se dispone suficiente información para poder tomarlas con la mayor seguridad posible. Esto no ha sido posible por la convulsión que ha acompañado a las decisiones estos últimos meses. Pero el PSOE es un partido muy maduro, que podrá, no me cabe ninguna duda, minimizar la desazón de quienes han visto frustradas sus razonables expectativas de negar el pan y la sal a quienes tanto daño han causado estos últimos cinco años al país y a las personas. 

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