Este desgobierno (demostrado nada
más entró, porque lo hizo con el mal pie de reconocer en público que estaba montado
sobre un soborno) está alcanzando récords nunca vistos en embustes e
hipocresía, que nos han llevado de nuevo a los rambleros y las rambleras a formar
parte del anecdotario negativo y aberrante político insular y más. Los rambleros
y rambleras, a pesar de lo muy desmemoriados que seamos, hemos podido constatar
en el último mes una colección insólita
y desvergonzada de mentiras del gobierno municipal, como en ninguna otra etapa
de nuestra historia. Si no fuera por las graves consecuencias que esta conducta
ha traído, uno se reiría de las contradicciones e incongruencias cotidianas que
se producen entre estos personajes que han llegado al ayuntamiento como
elefante en cacharrería, por causa de estos embustes que, de repetirlos tanto, terminan
creyéndoselos ellos y su troupe, porque ya afortunadamente los ciudadanos están
curados de espanto, tantas y tan burdas han sido las burradas cometidas en sólo
un mes. Porque siempre supimos, cuando esta gente gobernó con anterioridad, que
nos decían mentiras, nos escondían verdades, pero con cierto disimulo o pudor. Sin
embargo, lo que padecemos nosotros no tiene parangón. Mienten, distorsionan,
cuando nos hablan de las actuaciones del pasado reciente; mienten, engañan,
cuando aclaran; mienten, defraudan, al presentar los resultados anteriores;
mienten, embaucan, cuando dicen aplicar la austeridad, y mienten, estafan,
cuando hablan de interés social.
Las cifras de sus salarios, la no
aplicación de modificaciones presupuestarias salvo para subirse el sueldo y no
para esos tan nombrados servicios sociales evidencian la falsedad de estos
individuos que la prensa ha calificado, unánimemente, de impresentables
políticos, como calificación más suave, llegando algunos medios a sustituir el
término de impresentable directamente por golfos. Igualmente, es hipócrita
cuando habla de ayuda a no se ´que colectivos o vecinos. A la vista están los
negocios oscuros del pasado, donde se prima a cierto empresario frente a los
demás, y el hábito sigue, sólo que ahora se elige por duplicado y que se
favorece a empresas de fuera del pueblo. A peor la mejoría. Y cuando intentan
explicarlo, aún lo embarran más. Ahí, no sólo son embusteros, sino que también son
hipócritas. Así, los vemos rasgarse las vestiduras, cual fariseos, acusando a
los demás de sumir al municipio en una espiral de mala fama cuyo origen es,
precisamente, sus palabras y sus acciones. Pero como le pasa a todo embustero,
el actual desgobierno municipal se delata a sí mismo. Si no tiene nada que
esconder, si no tiene rabo de paja ¿Por qué reaccionan de manera desmedida,
cínica e hipócrita a la situación actual? ¿Por qué se dan por aludidos por
declaraciones que no nombran a las personas, o que en todo caso no las ofenden,
mientras callan contra ofensas graves a las personas, a los políticos y a la
democracia, en suma, a SJR todo? El que no la debe no la teme, reza el popular
dicho. En esto podemos ver en toda su magnitud, muy superior a la de cualquier
otro caso, la naturaleza embustera e hipócrita de quienes nos desgobiernan. Harían
bien, en lugar de rasgarse las vestiduras, en abandonar el silencio sobre sus
acciones y dar las explicaciones a las que el pueblo tiene derecho (y la
justicia también, todo hay que decirlo, porque la fiscalía está citada). Porque
si no, mejor harían estándose callados, sin hipocresías y sin cinismos. Y mejor
aún,, en su casa, dimitiendo por respeto al pueblo al que han ofendido.
Callados, pero en su casa.
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