viernes, 20 de septiembre de 2013

NO SON NI UNA COMISIÓN DE FIESTAS: PARA SERLO, HAY QUE TRABAJAR


Dijo alguna vez Mesa que los que no habían formado parte de una comisión de fiestas no podían ser cargo público, no eran capaces de gobernar. Por la boca muere el pez, dice el refrán y dice bien. Porque en esta romería al menos demostraron que no son ni siquiera una comisión de fiestas. Pretendiendo darle bombo y platillo se olvidaron de lo genuino de nuestra romería, que es resaltar la genuina hospitalidad ramblera. Ahorraron en decoración, para la que contratábamos a una profesional como la copa de un pino, Priscila, con el doble objetivo de reponer el material que los antiguos gobernantes hicieron desaparecer y de ayudar a decorar las fachadas por el itinerario romero. Lo segundo lo hicimos en 2011, y la mayoría de las viviendas del recorrido se animaron de decorar su fachada con el elemento romero que el ayuntamiento le aportó y telas variadas, lo que  contribuyó a darle gran realce a la ornamentación, que podía haber resultado un desastre, dado la inexistencia de cualquier material en los almacenes municipales. SE hizo acopio de material propio ese año y en 2012, con lo que partíamos de una base de material propio que año a año se iban a ir consolidando. Pues este año se valieron del material de años precedentes y de material prestado por Los Realejos, pero no se enriqueció el material propio. Dos graves errores: no seguir haciendo acopio de material y prescindir para dirigir su elaboración de  una profesional del ramo, Priscila, graduada en Arquitectura Efímera.  Sin embargo se hizo un gasto enorme en un alarde sin precedentes de publicidad (propaganda a mejor gloria de la parte contratante) que no se vio reflejada en masivas asistencias a la romería y que alguna vez tendrán que explicar.
Lo segundo fue hacer repercutir el ahorro en la dotación en provisiones de las carretas y carros y la atención a los grupos. Las carretas, que llevaban de dotación durante los dos años anteriores 20 kg de carne, pasaron a llevar sólo  5 kg de carne, por lo que el supuesto ahorro en el precio de la carreta, al final, se convirtió en un gasto obligado de los pertenecientes a cada carreta, a lo que se añadió que el ayuntamiento, que en los años precedentes mandaban a dos personas por carreta a atender a los grupos, con provisiones del propio ayuntamiento, este año no montó el dispositivo de atención, teniendo las carretas que hacerse cargo de aprovisionar a los grupos y en algunos casos, por no contar con provisiones suficientes, a grupos de otras carretas. A los carros adornados, que en los dos años precedentes se les obsequiaba con algo de carne y vino, por compensar el meticuloso trabajo que se desarrolla y porque en ocasiones hacer un carro presupone que  no se cuenta con el coste de la carreta, pero si embellecen y animan la romería, este año no se les dio nada. Asi que, sabiendo lo que suele pasar, la carreta de Echeyde llevó provisiones más que suficientes y nos convertimos, al decir de los usuarios, en “la carreta del ayuntamiento”, mientras las del ayuntamiento apenas provisionaron en un pequeño tramo de la romería, dejando un importante hueco en la atención a agrupaciones y público , echando por la borda uno de los valores de la romería, que es destacar la hospitalidad ramblera.
Lo tercero fue la morosidad en el pago de las agrupaciones del año pasado, cuyo expediente de pago quedó realizado, pero cuyo pago no se ha materializado aún, en un nuevo episodio de morosidad del nuevo grupo de gobierno. Así, agrupaciones tradicionales y que le daban gran vistosidad a la romería no estuvieron este año, con lo cual la romería perdió en vistosidad, y, por qué no decirlo, en los asistentes masivos que acompañan a estas agrupaciones (familiares y amigos).

Por lo tanto, en un grupo de gobierno en el que confluyen al menos dos personas que han presidido fiestas, hay que decir que consolidan la idea que siempre he tenido de que no sirven ni para organizar una fiesta. El concejal de fiestas, porque tuvimos que hacerle la fiesta, porque le sorprendió nuestro triunfo “echado de cangas al aire”, porque confiaba que sus amigos, con los que se había presentado a las elecciones, le salvaran la fiesta. Y llegó junio y no tenían un duro (¿?). Y por salvar la fiesta, el ayuntamiento tuvo que hacerse cargo de lo que le tocaba y de lo que no le tocaba. Y el otro, Mesa, al que  la comisión le fue abandonando paulatinamente por cuestiones de perras, que nos reclamó la subvención una vez entramos a gobernar, y se le dio, subvención cuyo destino desconoce el resto de la comisión. Con esos bueyes tenemos que arar. Aunque no sirvan ni para una comisión de fiestas.

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