jueves, 20 de febrero de 2014

VENEZUELA, DESDE EL CORAZÓN (I)

Desde la distancia y la congoja hoy quiero hablar sobre la crisis venezolana, una crisis profunda que no parece encontrar una salida política democrática. Primero que nada, quiero pedir perdón por enjuiciar desde la lejanía la situación política de un país extraño, por más que yo, como todos los canarios, lo llevemos en el corazón. Y disculparme si hago afirmaciones desde esa misma lejanía que pudieran no corresponder a las percepciones del as personas que en este momento sufren en el país hermano y por las cuales sufro y con las que me solidarizo.
Y voy a entrar a valorar, no las consecuencias, que son las que en estos momentos nos hacen sufrir dentro y fuera del país, sino las causas de la situación actual. El problema actual venezolano no es un problema sencillo, y es difícil de explicar y que entiendan a una, sobre todo quienes me lean desde allí, desde dentro, en el fragor  de la convulsión actual.  Lo cierto es que en este momento la convulsa situación venezolana no sólo no augura nada bueno, sino que continúa en una espiral de violencia tangible y de terrorismo de baja intensidad que aterroriza a la población y que daña irremisiblemente la imagen del país. Los enfrentamientos laceran al bello país hermano, que en su momento sació el hambre de los pobres y que fue una referencia democrática para países que, como el nuestro, estaban sujetos a una férrea dictadura. A los isleños siempre nos quedó, dentro de nuestros sueños, Venezuela como la Tierra Prometida. Ahora ya no. Los logros de la revolución bolivariana, que los ha tenido, han quedado sepultados por el caos cotidiano, el desabastecimiento de la población y el empobrecimiento general. Y, como no, por el terror de las personas de bien que cuando salen a la calle no saben si van a volver a entrar a sus casas. La violencia.

Es posible que, como unos y otros esgrimen, detrás de todo estén influencias internacionales que quieran hacer desaparecer cualquier modelo no controlable. Ya ha ocurrido en el pasado en otros países hermanos del cono sur. Sin embargo, la explicación de la Guerra Fría, de las presiones imperialistas o del dominio comunista  no ayuda en nada a nuestros hermanos venezolanos, que entre el terror y la impotencia, observan día a día como la espiral de la violencia se esgrime una y otra vez por los unos contra los otros. Las grandes razones políticas no sirven para mejorar el día a día de la población. Al contrario de otros momentos en otros lugares, como Chile, las Fuerzas Armadas apoyan al gobierno elegido, no son golpistas. La oposición civil no cuenta con el respaldo de las Fuerzas Armadas, sino con el apoyo que puede generar el descontento social. Pero eso no parece ser suficiente para alterar la situación política presente, al menos por ahora. Ni las intromisiones de Cuba ni las de Estados Unidos parece que vayan a determinar el curso de los acontecimientos en Venezuela. Es el propio pueblo venezolano el que puede determinar el rumbo de los acontecimientos. Y eso es lo deseable, que sea el propio pueblo venezolano, los propios políticos venezolanos, los que le den una salida política a la crisis. Si no es así, las consecuencias serían irreparables, porque conocemos de  sobra que cuando la solución no va de la mano del acuerdo político, aparecen las salidas autoritarias donde “la guerra” sustituye las soluciones políticas. No quisiera ni pensar que sea esta la salida a la crisis venezolana. (Continuará)

1 comentario:

Unknown dijo...

creo que en una parte de tu escrito lo dices---DEBEN SER LOS VENEZOLANOS LOS QUE DEN SOLUCION A LOS PROBLEMAS DE VENEZUELA sin injerencias extranjeras.
yo tambien lo considero un pueblo hermano juntomcon mi querida tierra COLOMBIA