¿Cuál es mi percepción?
Primero que
gran parte de la crisis proviene de que un gobierno compacto salido de las
últimas elecciones (legal por cuanto los observadores internacionales le dieron
el placet a los resultados, aún cuando fueran muy ajustados) tiene enfrente a
una oposición diversa, heterogénea y fragmentada. Es diversa y heterogénea
porque incluye desde ex-guerrilleros de izquierda hasta empresarios de derecha
pasando por sectores social-demócratas. La misma diversidad es el motivo de la
profunda fragmentación de la oposición. Lo único que une a tan diversa
composición es el hecho de que está en contra del estado actual de las cosas.
Por el contrario, no ha podido ofrecer una alternativa política clara y de
esperanza por no ponerse de acuerdo y porque es imposible la unidad con el
retorno de los viejos espectros del pasado, a un país enfrentado en dos bloques irreconciliables:
los que están a favor del gobierno (chavista y post-chavista) y los que lo combaten con inquina. No han
convencido de forma mayoritaria a la población venezolana, pese a la gravedad
creciente de una situación política y administrativa que ha conseguido empañar
los logros de los últimos tiempos, que los tiene y muchos, pero que han
desaparecido ensombrecidos por la crisis económica, la crisis de abastecimiento
y el creciente desorden público. Ni siquiera en estas jornadas de protesta se
han puesto de acuerdo: mientras algunas fuerzas opositoras convocan las marchas,
Capriles se desmarca, se distancia de la convocatoria de la otra parte de la oposición
que exige la salida anticipada del Gobierno del poder y defiende su opción de
un “camino más largo” que evite situaciones que conduzcan a la violencia. “Nosotros
elegimos el camino más largo, a algunos no les gusta, pero es el camino
seguro”, dijo Capriles, y en contestación a quienes lo cuestionan por su supuesta actitud
pasiva frente al Gobierno señala que “hay momentos donde debe primar la razón
por encima de la emoción”. Son los dirigentes opositores Leopoldo López y María
Corina Machado los que han convocado a marchas y asambleas de calle para
debatir cómo sacar a Maduro de la Presidencia, en una campaña que han bautizado
como “La Salida” y que Capriles ha criticado por no incluir “a los pobres”,
entre otros motivos. Estas son las marchas que en la capital y en algunas
ciudades del país, en enfrentamientos de grupos violentos con las fuerzas de
seguridad, han dejado un saldo de seis muertos y decenas de heridos graves,
además de casi un centenar de detenidos. Y esta situación no parece amainar ni remitir.
Mientras, y como corolario, el gobierno de Maduro se está convirtiendo en un gobierno enquistado
que no consigue resolver las contradicciones que empañan sus logros, pero que aún convence a amplios sectores
de la población, los sectores populares,
que fueron los beneficiarios
inicialmente de esos logros del nuevo régimen (políticas de sanidad, educativas
y de redistribución de la renta), aunque la realidad es que en estos últimos
tiempos esos apoyos han disminuido significativamente ante la grave crisis
económica y social que atraviesa el país. (Continuará)
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