Mira que me he prometido hablar
en positivo, como parece que quieren los que se mueven en la equidistancia,
metiendo en el mismo saco a verdugos y víctimas. Pero la detención hoy de un
montón de personas destacadas del PP (y van…) me hacen reflexionar sobre el
cinismo y la hipocresía exagerada del PP y de sus socios, quienes se han
convertido en un esperpento cotidiano que forma parte de la historia de la
infamia de nuestro país. Mientras hablan de
que son los que más están luchando contra la corrupción, intentan tapar
lo que ya ha salido a la luz, como su financiación ilegal, que consistía en
captar y aceptar sobornos, que servían para nutrir la caja B del partido que
permitía tanto pagar sus campañas electorales y los sobresueldos a sus altos
cargos, como el enriquecimiento ilícito de sus dirigentes más avezados. También
utilizan todo tipo de estrategias tanto para manipular la información como para
impedir el desarrollo de una justicia efectiva e independiente, ahogando su financiación, para mantenerla sin
recursos materiales y humanos, e imponiendo
a los cargos principales en los Tribunales Superiores tanto a nivel autonómico
y estatal, o nombran a fiscales que acaban actuando como abogados de los
imputados, mientras que se persigue, difama y expulsa de la carrera judicial a
aquellos que atacan sus intereses.
Y mientras se habla de fraude por
millones y millones de euros, los que hablaban de la “tramparencia”, algunos de
ellos condenados y/o imputados, paralizaron varios meses la intervención
municipal, para hallar que se le indemnizó a un medianero octogenario un dinero
(4000 euros) que por venganza no le pagó el ayuntamiento e ir corriendo con eso
a la fiscalía. Y paralelamente, los abanderados de la transparencia se han
negado reiteradamente a facilitar información sobre cómo han gastado y gastan
el dinero público durante estos dos años, tanto en la caja fija como en los
contratos, así como de los procedimientos judiciales por morosidad y otras
indemnizaciones que tienen caminando y que van perdiendo.
Pues eso, que no hablar de lo que
está mal, sólo sirve para vivir en la inopia, pero no ayuda a la transparencia ni a vivir mejor.
Y los adalides de la equidistancia que
pretenden presentarse a las elecciones locales, mejor harían ocupándose de los
asuntos domésticos, porque alguna vez tendrán que definirse y definir como van
a arreglarlos. Pero entretanto, son cómplices por omisión. O sea, menos
lecciones y más trabajar en lo que dicen que quieren trabajar.
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