Estamos en medio del debate de la moción de censura al presidente Rajoy. Una moción de censura presentada para el mayor lucimiento de D. Pablo Manuel, y que nada aporta al bienestar de la ciudadanía. Esto último no lo digo yo. A lo largo de esta semana, muchas personas me han preguntado que en qué les mejora su vida está moción. Y yo, lamentablemente, les he tenido que decir que en nada.
En efecto. Solo dos consecuencias se esperan de una moción de censura: que se traduzca en una alternativa de gobierno, es decir, una potencial mejoría de la vida de los ciudadanos, o que sirva para reforzar a un candidato o un partido político; es decir, en este caso, para el lucimiento de Pablo Manuel.
En cuanto a la primera posibilidad, las mociones de censura, pese a llamarse así, sólo tienen de propositivas que proponen a un candidato. No es obligatorio proponer programa de gobierno. Ambas cosas son imprescindibles si, en realidad, se quisiera que hubiera una alternativa real de gobierno tras el triunfo de la moción. Pero que triunfe la moción exige que quien la propone lo haga tras negociar con el resto de fuerzas susceptibles de apoyarle, de manera que se recaben los máximos apoyos posibles para que efectivamente sea propositiva, esto es, permita la sustitución del gobierno y genere mejoras a los ciudadanos. Esto no ha ocurrido con esta moción de censura. Lo que ha ocurrido es la presentación de una moción de censura sin previo acuerdo entre las distintas fuerzas políticas, hecho éste que le fue reprochado a Pablo Manuel incluso por Bildu, que previsiblemente será el único grupo político que apoye la moción. Por otro lado, de las largas intervenciones de Irene Montero y de Pablo Manuel no se desprende ninguna propuesta de gobierno. Esas largas horas de intervención fueron, no cabe duda, un buen diagnóstico del derrumbre de un gobierno metido de lleno en la ciénaga de la corrupción, motivo más que suficiente para censurarlo. Pero las medidas para mejorar la vida de los ciudadanos fueron escasas y fue muy aclarador la acusación de ombliguismo. La puesta en escena, no obstante, estuvo muy bien estudiada. Desde el intercambio de papeles de una Irene Montero que hacía de poli malo y un desconocido Pablo Manuel que presentaba su mejor cara hasta la escenificación de un grupo "blanco", que mejoraba o pretendía mejorar la imagen agresiva del grupo de Podemos, todo fue perfectamente estudiado y perfectamente puesto en escena. Nada que objetar. Lo que pasa es que el atrezzo no es suficiente para vestir el fondo. Y el fondo son las mismas personas que suscitan rechazo en amplios sectores sociales por sus actitudes violentas y provocativas. Buena puesta en escena, repito. Si acaso hay que reprochar a la señora Montero una cierta alteración en algunos momentos de su largo y estudiado discurso y un histrionismo que no venía a cuento. También la excesiva duración: diputado hubo de Podemos que se durmió, y yo no pude menos que acordarme de los discursos de Fidel Castro en su mejor época, pero Castro sólo hubo uno, y las comparaciones son odiosas.
La segunda posibilidad que aporta una moción de censura es contribuir a mejorar la imagen de un candidato o de un grupo político. En este caso se diseñó, con toda seguridad, para mejor lucimiento de D. Pablo Manuel. Efectivamente todo apunta a que esta moción inútil se plantea cuando se plantea, y se plantea en el formato que se plantea, para presentar al señor Iglesias como única o mejor alternativa de la izquierda. Se presenta, efectivamente, cuando el Partido Socialista no tenía líder porque estaba en pleno proceso para elegir su Secretaria General. Se plantea sin negociar con el resto de grupos. Se plantea con don Pablo Manuel como candidato alternativo al señor Rajoy. La pregunta es, si el PSOE es necesario para sumar, ¿cómo es que se plantea esta moción a espaldas del Partido Socialista? Obviamente, desde hace mucho tiempo, se desprende de todas las actuaciones de Podemos la necesidad de suplantar al primer partido de la oposición: el Partido Socialista. Y esta es la última parte de la reflexión: no se construye desde la guerra, y es una guerra por ocupar el lugar del PSOE lo que obsesiona a Podemos. Y eso, ni le permite construir ni obtener la confianza de socios ni de la ciudadanía. Ni siquiera de reforzar su imagen. Por lo tanto, una inutilidad y un despilfarro de energía esta inútil moción.
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