Un cuento
LOS REGALOS QUE NO TENEMOS QUE ACEPTAR.
Era un profesor comprometido y estricto, conocido también por sus alumnos como un hombre justo y comprensivo.
Al terminar la clase, ese día de verano, mientras el profesor ordenaba unos documentos encima de su escritorio, se le acercó uno de sus alumnos y, en forma desafiante, le dijo:
-Profesor, lo que me alegra de haber terminado la clase es que no tendré que escuchar más sus tonterías y podré descansar de verle esa cara aburrida.
El alumno estaba erguido, con semblante arrogante, en espera de que el profesor reaccionara ofendido y descontrolado.
El profesor miró al alumno por un instante y en forma muy tranquila, le preguntó:
-Cuando alguien te ofrece algo que no quieres, ¿lo recibes?.
-Por supuesto que no- contestó, de nuevo en tono despectivo, el muchacho.
El alumno quedó desconcertado por la calidez de la sorpresiva pregunta.
-Bueno- prosiguió el profesor-, cuando alguien intenta ofenderme o me dice algo desagradable, me está ofreciendo algo, en esta caso una emoción de rabia y rencor que puedo decidir no aceptar.
-No entiendo a qué se refiere- dijo el alumno, confundido.
_ Muy sencillo-replicó el profesor-; tú me estás ofreciendo rabia y desprecio y si yo me siento ofendido o me pongo furioso, estaré aceptando tu regalo; y yo, mi amigo, en verdad prefiero obsequiarme mi propia serenidad. Muchacho- concluyó el profesor en tono gentil-, tu rabia pasará, pero no trates de dejarla conmigo, porque no me interesa; yo no puedo controlar lo que tú llevas en tu corazón, pero de mí depende lo que yo cargue en el mío.
(Autor desconocido)
Este cuento viene a representar fielmente la actitud que he decidido tener con estos personajes que embisten contra mí, mintiendo y agrediéndome.
-¿Cómo resistes?, me preguntó hace poco tiempo una persona pública, vinculada a CC, mientras me expresaba su solidaridad.
-Templando el ánimo, le respondí. En este cuento se expresa claramente mis sensaciones y mis sentimientos.
1 comentario:
Sra. Fidela, yo que creo conocerla desde hace un poco de tiempo no me cabe la menos r duda de que se identifica con este cuento. Pero ahora me alegro todavía más que usted así lo manifieste. No esperaba menos, pero aunque no lo hubiera hecho... POR SUS OBRAS LOS CONOCEREIS.
Como también llevo conociendo las obrasde los otros durante mucho tiempo. Más todavía que las de usted. Y usted hace que nos sintamos al menos escuchados, correspondidos y entendidos. Los otros ya tienen muchos kilos de arrogancia en sus cuerpos metidos.
Gracias Doña Fidela por estar ahí al pié del cañón. Cada vez somos más los que la vamos descubriendo para nuestro bien. Siga adelante.
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