lunes, 25 de noviembre de 2013

ANTE LA VOLENCIA, TOLERANCIA CERO


La gran lacra social del terrorismo de género se ha cobrado, desde que se inició el recuento de los crímenes machistas, en el 2003, la vida de 703 mujeres que han sido asesinadas por sus parejas o exparejas en España. Diez años después, aunque hemos avanzado, aún no hemos ganado todavía esta batalla social, política y democrática. Además, en los últimos tiempos parece que la voluntad política para hacer frente a estas agresiones se ha ido diluyendo. El PP debilita en el presupuesto más antisocial de nuestra historia los recursos públicos para luchar contra la violencia machista. Hoy más que nunca hay que poner cara, vida y sufrimiento a cada una de las 600.000 mujeres que todavía viven acorraladas por la violencia de género en España. Lamentablemente, el machismo no es cosa de un pasado patriarcal. Al parecer, y yo desde mi profesión lo corroboro, los adolescentes reproducen lo peor de los estereotipos de género y muestran, Bajo el paraguas de una declarada “familiaridad en el trato”, que no es otra cosa que agresión y falta de respeto, crecen las conductas agresoras, en forma de intimidaciones verbales, supuestas “gracietas” que también son agresiones e invasiones del espacio de la otra persona. Dónde está el límite de la gracieta y la agresión es algo que no saben definir ni saben controlar. En este sentido, podríamos, incluso, hablar de un peligroso retroceso, ya que la violencia machista aumenta de la mano, sobre todo, de un uso perverso de las nuevas tecnologías, que las convierten en una herramienta de control y agresión. Detrás de las agresiones se esconden dramas silenciosos de profunda violencia y desesperación. Esas 600.000 mujeres lo sufren mientras la sociedad permanece al margen, y sólo reacciona cuando se produce una “agresión con sangre” como dicen los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado. Pero la sociedad en su conjunto ha de dar un paso al frente mediante una actuación permanente en el tiempo que contemple una serie de medidas donde se plasme el hecho de que estamos todos a una por la erradicación de esta terrible lacra social, el terrorismo de género. En nuestro municipio, en SJR, yo he sido sometida a violencia de este tipo, en mi caso política, y sé lo que supone, para salir adelante, lo que voy a enunciar. Primero, debemos animar a todas las mujeres afectadas, y defenderlas con uñas y dientes, para que se decidan a denunciar el horror que supone la extorsión continuada de la violencia y las agresiones que le siguen. Normalmente no se deciden por miedo y dolor. Acompañémoslas, apoyémoslas y protejámoslas. Ese acompañamiento me ha animado a mí a denunciar la violencia ejercida por quienes creen que con hacer unos cuantos actos y leer un manifiesto ya se justifican, y entre tanto, son maltratadores en potencia. Animemos también a las familias y los entornos más cercanos a denunciar. Solo el 2% de las denuncias por violencia de género son de familiares de víctimas. El problema no se soluciones dejándolo estar, ni se ayuda en nada con complicidad ante el agresor, aunque se le quiera. Antes bien, al agresor se le ayuda también poniéndolo en situación e enfrentarse con su conducta. Yendo más arriba, hay que reivindicar que se continúe haciendo todos los esfuerzos presupuestarios de las administraciones para atender el problema de forma cercana, con equipos profesionales adecuados y apoyos de entidades de acogida, ayuda y acompañamiento. Además, hay que poner en valor a las personas y organizaciones que trabajan y combaten esta amenaza, sin cuyo concurso seguramente este día pasaría sin pena ni gloria. Agredir a una mujer es agredirnos a todos. Y, además, considerando que es un problema global, porque agredir a una mujer es agredirnos a todos, hay que poner lupa sobre aquellos partidos que leen manifiestos pero no se “mojan” o se “mojan al revés”, incluso justificando las agresiones, como ocurre con el actual grupo de gobierno de SJR, AIS-CC-PP. Tolerancia cero ante posturas cínicamente tibias, ante agresiones que se quieren encubrir como juego político, ante mirar para otro lado. Recordemos que el primer panfleto en contra de un cargo público en SJR, que se produjo el 8 de marzo, otra fecha significativa para las mujeres, fue celebrado con un baile por el grupo de gobierno y, lamentablemente, por una “asociación de mujeres” local. Trabajemos sin cesar y sin ceder ni un solo palmo en los derechos de las mujeres, que al fin y al cabo, son los derechos del ser humano. Termino con una frase de Maria Aurèlia Capmany, que fue concejala y responsable de las áreas de Cultura y de Ediciones en el Ayuntamiento de Barcelona durante las primeras legislaturas por el Partit dels Socialistes de Catalunya. “Hoy, en el momento en el que las mujeres se liberan, aunque muy lentamente, de tantas inhibiciones y de tantas presiones ajenas, se encuentran con que tienen que emprender de nuevo la lucha contra el intento de reducirlas a feminidad. Un intento tan bien orquestado por los dogmas y las leyes, las costumbres y los medios de comunicación de masas. Cada vez más, la mujer deberá liberarse de la caricatura de sí misma que le ofrecen.”

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