jueves, 5 de diciembre de 2013

LA MUJER DEL CESAR O CONSEJITOS SIN INTERÉS


Según cuenta Plutarco, un patricio romano llamado Publio Clodio Pulcro, dueño de una gran fortuna y dotado con el don de la elocuencia, estaba enamorado de Pompeya, la mujer de Julio César. Tal era su enamoramiento, que durante la fiesta de la Buena Diosa -celebración a la que sólo podían asistir las mujeres- el patricio entró en la casa de César disfrazado de tocador de lira, pero fue descubierto, apresado, juzgado y condenado por la doble acusación de engaño y sacrilegio. Como consecuencia de este hecho, César reprobó a Pompeya, a pesar de estar seguro de que ella no había cometido ningún hecho indecoroso y que no le había sido infiel, pero afirmando que no le agradaba el hecho de que su mujer fuera sospechosa de infidelidad, porque no basta que la mujer del César sea honesta; también tiene que parecerlo. La expresión, con el tiempo, comenzó a aplicarse en todo caso en el que alguien es sospechoso de haber cometido alguna ilicitud, aún cuando no hubiera dudas respecto de su inocencia, en la forma: "No basta que la mujer del César sea honesta; también tiene que parecerlo". Curiosamente, mucho más importante es cuando la ilicitud no es sólo aparente, sino que está constatada por una acta de denuncia de la policía municipal de SJR, que supongo que lo habrá hecho a su pesar dado que se involucraba en los hechos a sus jefes. Luego vinieron las excusas (mejor lo hubieran dejado quieto, porque las excusas agravan la situación) y las acusaciones a los acusadores, en una rara pirueta que no se ve más que en este municipio. Por eso me decido a escribir unos consejitos, con el ánimo de ofrecer mi humilde opinión. 
Lo primero es que en lo público, al igual que en el caso de la mujer del César, la reputación, aunque quieras representar ser, como dice la oración, correcto "en pensamiento, obra y omisión", además deberás serlo. O actuar como antaño, ocultando tus andanzas con muros deliberadamente altos o en cuevas a donde no llegue el Seprona, aunque a veces llegue.  Y si te pillan in fraganti, mejor reconocerlo y disculparte, que refugiarte detrás de las faldas de familiares o tejer torpes excusas que no hacen más que agravar tu situación. Fíjate que ni siquiera digo que dimitas, aunque es lo que se haría en cualquier país civilizado: digo que no te ampares en excusas que insultan a la inteligencia de los vecinos y contribuyentes. 
Lo segundo es que no crean que las advertencias públicas que les hacemos desde nuestro papel de control de gobierno son en vano. Cuando hacemos una pregunta en Pleno, aunque la reciben con chanzas habitualmente, es porque tenemos fundados argumentos sobre lo que acontece. Y ya van muchas preguntas y ruegos para que dejen de usar lo público en beneficio particular. No pueden decir que no estaban advertidos. Y en más de una ocasión. Los socialistas, señores míos, vamos de frente, con nombre y apellidos, sin panfletos ni subterfugios, calumnias o injurias. No nos nace, ni somos así. Por eso les recomendamos que nos escuchen sin chanzas y se librarán de episodios como éste en lo sucesivo. Aunque no les guste, que seguramente no les gustará. De hecho, la gente nos dice que les dejemos seguir cometiendo los desaguisados que cometen, porque eso es mejor para el rédito electoral. Pero el pueblo nos importa demasiado para dejarlo ser víctimas de sus acciones, las de ustedes. 
Tercero, recuerden que el que tiene boca se equivoca. Todos nos equivocamos. pero recuerden lo implacables que fueron con nuestros errores y no errores. Y olvídense del "sostenella y no enmendalla" típico de los dictadorzuelos de tres al cuarto y de quienes no saben que la buena conducta pública pasa por reconocer los errores, pedir disculpas y corregir lo que se hizo mal rápida y adecuadamente. 
Cuarto, no estén todo el tiempo diciendo lo buenos y maravillosos que son: es sinónimo de que no lo son y además, es terriblemente insoportable. También es insoportable que siempre nos achaquen a nosotros todo lo malo, incluso cuando el flagrante error, como en el caso de la pala, los señala a ustedes como culpables. Canta mucho que actúen de oposición de la oposición y hace pensar lo que realmente ocurre: que gobiernan siguiendo nuestros proyectos e indicaciones. Y como además, en la mayoría de las ocasiones las acusaciones que nos dirigen son mentira, pues se notan mucho, porque las mentiras tienen patas cortitas. En los dos casos, quedan bastante en evidencia. 
Quinto, ya que son muy ignorantes en materia de asuntos públicos, no dejen las decisiones ni el asesoramiento en manos de cualquiera. Dejar la imagen del ayuntamiento y su reputación en manos de cualquiera, o asumirla directamente ustedes, con su enorme desconocimiento e ignorancia,  es una temeridad y algo que no merecen ni los vecinos ni nuestro municipio, histórico y noble. 
Sexto, den la cara. Los socialistas nos equivocaremos, pero siempre lo hacemos a cara descubierta. Engañar, tirar panfletos, inventar perfiles falsos de facebook, simular adhesiones ... hace que, en este momento, no tengan ni siquiera una línea de comunicación genuina y nítida. Es decir, no existan  en los medios. O existan para las chanzas, lo que es penoso para ustedes y oprobioso para el pueblo.
Séptimo, no toda acción ha de provocar una reacción. Cuando nosotros hablamos, hablamos de nosotros y del municipio, y si los mencionamos a ustedes es para lamentar los derroteros por los que llevan a un municipio que nos importan genuina y desinteresadamente. Muchas reacciones de ustedes ya ni merecen respuesta por nuestra parte, lo habrán comprobado, porque se descalifican solas. Déjenlo estar. Y pónganse a trabajar, que bastante bien pagados están.
Octavo, sólo si van a aportar, escriban o hablen en los medios. La información estática, o peor, la propaganda que suelen usar, no sólo no tiene valor en si misma, sino que produce rechazo. Contesten a las preguntas, no insulten, ni descalifiquen, ni se metan con la conducta o la personalidad que suponen que tienen sus adversarios; esto es, hagan política de altura y no se ubiquen permanentemente en el lumpen, en los bajos fondos de la cosa pública. 
Noveno, sean personas correctas, pues tratan con personas correctas. Los comportamientos oprobiosos nos avergüenzan a todos y además, son inmerecidos por un pueblo que ha sufrido tanto como SJR en las últimas décadas, sufrimiento del que ustedes no son inocentes.  
Y décimo y último, sean decentes. Y, además, como la mujer del César, parézcanlo. Es lo menos que se les puede pedir.
Y, como comprenderán, este decálogo no se los dedico porque los aprecie, porque difícilmente nadie se ha comportado más soez y  miserablemente con alguien que ustedes conmigo. Se los   dedico porque queda un largo año y medio para las elecciones. Y aunque las puñaladas por la espalda entre ustedes mismos ya se dejan sentir, el pueblo todo nos importa mucho. Y si siguen mis consejos, el pueblo todo sufrirá menos durante este año y medio. al menos, dejaría de pasar vergüenza. Que tal y como está la cosa, ya es bastante.      

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