domingo, 25 de diciembre de 2016

REFLEXIÓN DE NAVIDAD: PROTEGER A LOS NIÑOS

PROTEGER A LOS NIÑOS
Hace unos años, comenzando mi vida profesional, hubo una discrepancia entre un colectivo de padres y la dirección del colegio de la que yo formaba parte. Cuando me quejé amargamente de que los padres no confiaban lo suficiente en nosotros, los profesores, uno de los padres me dio una lección que nunca olvidé: "No confiamos, dice usted, pero ponemos en sus manos lo más valioso que tenemos", me replicó. Ellos confiaron en nosotros y aquella fue una generación mágica en la que los maestros nos volcamos, con el resultado de decenas de jóvenes, hoy mayores, que son profesionales magníficos, muchos universitarios, salidos de aquel colegio del extrarradio de Santa Cruz. Con ellos me reúno cada vez que puedo y son una de las grandes satisfacciones de mi vida profesional.
Cuento la anécdota porque me llegan ecos del intento, fallido, de instrumentalizar la fiesta de navidad de uno de los colegios. Lo bueno, la sensatez de la inmensa mayoría de los padres, que ponen por encima de todo el bienestar de sus hijos, el consenso y la armonía dentro del hecho educativo. Lo malo, que todavía haya casos puntuales que crean que se construye destruyendo y que no se hayan dado cuenta que este pueblo ya no quiere más batallas sino paz. Y que este pueblo será, en un futuro que ya está aquí, el pueblo que le dejemos a sus propios hijos. Hoy quiero felicitar efusivamente a esa mayoría abrumadora de padres por su sensatez. Porque con esa sensatez tengo la seguridad de que este pueblo será lo que todos aspiramos, en progreso, cultura y convivencia, por el bien de esas futuras generaciones de las que tanto esperamos. A los otros solo quiero desearles que se contagien de la mayoría o, que en último término, confíen en los profesionales que se mueven solo por el interés superior de los niños, que es su educación. Porque el proceso educativo está relacionado directamente con un factor emocional, y si el niño se siente a gusto en el colegio, tendrá mejores resultados académicos y una buena formación integral. Y de ese sentirse a gusto no es ajeno el hecho de procurar no contaminar con prejuicios todo lo que acontece en el hecho educativo. El objetivo último: proteger a los niños en las instituciones educativas para que aprendan más y mejor, libres de presiones. Docentes y  familias deben crear una red desde la que se pueda trabajar para mejorar las relaciones ciudadanas y garantizar un mejor rendimiento académico de los niños y mayor acceso a educación de calidad. Y esto sólo es posible poniendo el foco en la educación y en los propios niños, y evitando la contaminación de los prejuicios, que a veces obedecen a intereses ajenos a la educación y a la . Nuestros niños lo merecen y la sociedad lo agradecerá. De nosotros, todos, depende. Gracias a los que lo han comprendido. Mil gracias.

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