martes, 17 de enero de 2017

LOS CUATRO EUROS, LAS DOS PESETAS Y LA HIJA DEL VENTERO




He de decir que agradezco haber tenido la oportunidad de disfrutar del aprendizaje cada uno de los días de mi vida. Aprendí como nieta de agricultores cosas de la tierra. Aprendí como hija, nieta y sobrina de emigrantes cosas de la emigración. Aprendí como inmigrante interior. Aprendí como hija de ventero.
Como hija de ventero adquirí una habilidad importante: calcular mentalmente con mucha velocidad. Sumo largas sumas más rápido que cualquier persona con calculadora, e igual hago con el resto de operaciones básicas. Y eso no siempre es bueno. Es malo cuando te hace dudar de tus congéneres. Lo bueno es cuando puedes relacionar lo malo con historias ejemplares.
Ocurrió hace un par de meses. Suelo jugar un par de apuestas semanales y algún número de lotería, porque siempre hay algún vecino que se "ayuda" con esta actividad. Igual que juego, acumulo los boletos y aprovecho que paso por alguna administración para comprobarlos. Entré en la administración (no es ninguna de SJR) y el empleado iba cantando lo que tenía cada boleto . Inconscientemente yo iba sumando, y cuando acabó, cantó "su" total: 33 euros. A mí me salía 37. Me dio vergüenza y no dije nada. Me fui con los 4 euros de menos y con una sensación confusa entre si hacía bien o no.
Unos días después aumentó mi confusión, cuando una vecina me contó el episodio de las primeras dos pesetas (de papel) que ganó su padre, siendo un niño. Su padre, niño sin padre, llegó a la casa y encontró a su madre acuclillada en el suelo, guisando tras la lumbre. El niño le puso las dos pesetas sobre el halda y la madre, emocionada, se incorporó para besarlo, con la mala suerte de que los billetes se deslizaron hacia el fuego y se quemaron. La pena acompañó a los dos toda la vida. La cantidad no era tan importante como las penas para ganarlo.
Y me volvió a pasar ayer. Misma operación, en una administración de Madrid. En esta ocasión, la cantidad era mayor: 220 euros de la lotería s navidad. Y el señor se "equivocó" en 50 euros. Fui asertiva y lo reclamé. En esta ocasión, quien quedó confuso, y creo que avergonzado, fue el señor, q no atinaba a hacerme la cuenta de nuevo. Me fui con los cincuenta euros, pero lo hice por las dos pesetas. Porque a los que nos precedieron, les costó mucho ganarlo. Honor y gloria a todos ellos.

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