miércoles, 10 de mayo de 2017

LA IMPRESCINDIBLE UTOPIA DEL DIA DESPUES

Después del enfrentamiento, sería deseable que el día después se vuelvan a estrechar las manos  los tres candidatos y se sienten a tomarse un café. La hostilidad de estos últimos meses debía, en este partido histórico que  tantas pasiones concita, dar paso a un milagro político. No obstante, la precampaña y la campaña está dejando una sensación de catástrofe e incertidumbre, que a lo que apunta es a que se continuará por el camino de la guerra.

Pero tras esta resaca, los resultados del CIS desvelan un escenario previsible y que podría ser mejorable: el PSOE repunta ligeramente, manteniendo la última tendencia. Junto a eso,  la persistencia del apoyo a la derecha, tan acosada por la corrupción, nos advierte a los socialistas  de la importancia de mirar afuera, no a los "palmeros" interesados, sino a la masa electoral silenciosa que, una y otra vez, huyendo de la inestabilidad que representamos nosotros, elige una opción muy mala, pero estable, por la ausencia de guerras internas, lo que le hace suponer a esos anónimos electores que los esfuerzos políticos de ese partido, salvando la corrupción, se centran en los ciudadanos y no en aspectos internos del partido que apenas interesan a los ciudadanos ni les resuelven sus problemas.
Muchos ciudadanos reflexivos  comparten la tesis de que el escenario será catastrófico si, tal como se vislumbra, los márgenes de diferencia el día 21 son tan ajustados  como los avales, sobre todo si el día después no hay un proceso  de inclusión de los que no ganen.  Y todos coinciden en apuntar  a la necesidad de la paz política y los acuerdos para que la tendencia al alza se consolide y aumente, cosa que hoy es imposible dado el nivel de crispación creciente y la falta de interés de invertir este modelo por algún candidato.

Por ello es preciso que el día después las distintas facciones se reconcilien. La paz del día después, no obstante, pasa más porque se detengan inmediatamente las hostilidades, con las desautorizaciones del modelo agresivo actual e, incluso, la adopción de  medidas disciplinarias, de forma que no se añada nada más a la gran cantidad de resentimientos que ahora existen. La paz en el partido, los esfuerzos por lograrla, históricamente, ha pasado por  acuerdos de consenso y mayorías, buenos o malos pero necesarios. Es preciso, pues, el día después, comenzar a caminar por un diálogo por la pacificación, fórmula para salvar los resultados a corto o medio plazo. Altura política es lo que se pide al transitar por esa senda, donde lo deseable es que los distintos actores nos sorprendieran desde ya dando los primeros pasos de esa imprescindible reconciliación. Paralizar cualquier cruce de acusaciones, promover un encuentro directo, darse la mano e iniciar el necesario diálogo forma parte de la imprescindible utopía.

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