viernes, 30 de junio de 2017

MIS QUERIDOS CHICOS: DE MENSAJEROS A SEGURITAS

MIS QUERIDOS CHICOS: DE MENSAJEROS A SEGURITAS

Los momentos mágicos de mi etapa de docente justifican mi convencimiento de que si no hubiera sido profesora, habría querido ser profesora. O maestra, que quizá es lo que mejor me define. Y nunca mejor que hoy, fin de curso salvo para los equipos directivos, para contar algo referido a uno de esos períodos mágicos, que transcurrió en el llamado distrito Ofra Costa Sur de Santa Cruz.  Esta zona fue de crecimiento de Santa Cruz, cuando aún habían​ solares más hacia el centro urbano.  
Las primeras promociones públicas, de los años 60 del pasado siglo, estaban en medio de ninguna parte, con una via principal de comunicación, la antigua carretera del Rosario. 
Posteriormente llegó una ancha avenida con árboles,  la avenida Príncipes de España. Recuerdo que le transmití mi preocupación a mi padre por la endeblez de los árboles. Mi padre, con la sabiduría que le caracterizaba, me respondió: "Los van a cuidar. De ahí saldrán unos excelentes árboles adultos. Quien nada tiene, aprecia más que nadie las cosas cuando las consiguen". Y así fue. Vi con mis ojos personas regando los arbolitos en épocas de verano, cuando el sol derrite el asfalto. 
 Dicho lo anterior, no puede sorprender que diga que, cuando llegué allí, a finales de los 70,había un caldo de cultivo idóneo para que todo fuera catastrófico; pero, al contrario de eso, allí conviví con unos extraordinarios seres humanos, mis alumnos y sus padres.  Las viejas urbanizaciones convivían con nuevas, caminando hacia ser lo que hoy : el área con mayor densidad demográfica de Santa Cruz, con edificios que superaban las diez plantas de altura.  Mis alumnos procedían de San Pio X, Nuevo Obrero, Juan XXIII,  Las Cabritas, Las Retamas y Las Delicias preferentemente, si bien algún porcentaje procedía de otros barrios del distrito. 
Gente extraordinaria. En aquellos años había bastantes familias numerosas. No como hoy en día, de tres hijos. Era frecuente tener 10 o 12 hijos. Marinosy obreros eran los progenitores. Años después, me encontraba a muchos en el aeropuerto. Viajaban mucho por trabajo. ¿Ejecutivos? Noooo... correos de empresas de mensajería, que los contrataban porque los descuentos en viajes hacían muy ventajosa su contratación. Era estimulante verlos, y verlos empleados. Viajes de bloquear los pasillos para conversar de la gente del barrio.Todo esto recordé ayer, cuando encontré a Caty, que trabaja de seguritas en el aeropuerto. No es la única. El distrito dió buenos mensajeros, y ahora buenos seguritas.Y siempre, siempre, personas extraordinarias.

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