Aún estoy emocionada por haber compartido mesa y mantel con 110 personas el sábado, en la papada. Y he de decir que fueron solo 110, porque tuvimos que cerrar en ese número por una cuestión de intendencia: no nos creíamos capaces de poder tratar dignamente a más. Pero fue un miedo injustificado: todo el mundo se dispuso a echar una mano. Y así lo hicieron. La comida, magnífica, toda de producto local: chochos, queso del país, escaldón con mojos rojo y verde, costillas, piñas y papas bonitas de ojo de perdiz y fruta de postre. A,eso hay que añadir papitas bonitas arrugadas con mojo, de Mary, un excelente gofio amasado que no se quien lo aportó, y pan, rosquetes y unos exquisitos dulces fresquísimos de la panadería de Jose y su esposa. Nuestra mesa, cuya tradición comenzó nuestro inolvidable Goyito, hubiera sido su orgullo. Una mesa de convivencia, con representación de todas las partes del pueblo, casi en el porcentaje de la población real. Todos juntos, como siempre debió ser. Sin distinciones, si acaso a la hora de bailar, porque todos sabemos donde las verbenas tienen su apogeo y son mas divertidas. Me sentí tan feliz, que no creo que nada pudiera hacerme más feliz. O si. La felicidad sería completa si la presencia de sanjuaneros fuera masiva también en la fiesta de San José. Porque amor con amor se paga, pero también porque SJR se merece ya convivir en paz y progresar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario