Este magnífico artículo se lo dedica María Vacas hoy en el Diario de Avisos a un niño que acaba de nacer. Lo adapto a mis vecinos, porque es lo que me gustaría para ellos, sobre todo para los más jóvenes. Espero que María Vacas, a quien admiro por sus artículos, me lo permita:
A mi vecinos les deseo que, no pasando mucho tiempo, se les abra gigante la puerta de la vida y el mejor de los universos posibles. Que el amor, la luz y la belleza inunden sus ojos, que la maldad gris de los envidiosos y de los mediocres se retire y esconda indigna de su camino; que los sufrimientos naturales que cerquen su andadura sean sólo estrellas enanas, casi invisibles, alejadas de su firmamento particular; y que renazcan cada día indestructible al desaliento, a la fatalidad, a la tristeza y al miedo. Que observen atentos la vida, sin filtros ni orejeras, ajenos a discursos preconcebidos y coreados; que imaginen y construyan su propia visión de la realidad; que se cultiven para no ser ignorantes, pero sin creerse mejores que aquellos que no han tenido la oportunidad de crecer por dentro, consciente sde lo inabarcable del conocimiento; para no convertirse en estúpidos redichos, en vanidosos pagados de sí mismos, llenos de prejuicios, límites y frases hechas. Que distingan lo esencial de lo accesorio, lo fundamental de lo superficial, la luz de la sombra. Que no sean mezquinos, inmorales, manipuladores o crueles; que no tengan miedo al futuro, ni a la vida, ni a los hombres malos; que se guíen y permanezcan del lado de la justicia aunque esté poco habitado -aunque queden allí solos sin nadie-; que se pongan en el lugar de los que sufren y malviven en la miseria, que traten a todo el mundo por igual; sin agasajar al poderoso aunque no obtenga premio ni consideración social; sin ser rastreros con el amo, respondiendo al palo más que al cariño, a la espera de lamer servil su mano.Que sean libre de pensamiento y acción; que no acostumbren a herir a los otros sin razón ni corazón, y que no odien a nadie ni alberguen dañino rencor; que amen sin medida aún a riesgo de equivocarse; que disfruten de los placeres del cuerpo, pero sin convertirlos en eje de su vida y su pensamiento; y que participen de la benéfica soledad escogida y creadora. Que no envidien nada ni a nadie, y mucho menos lo material: pasajero, pesado y sin verdadero valor. Que prefieran ser presos a carceleros, y volar más que marchar al paso ajeno. Que intenten mantener en todo momento la racionalidad y el equilibrio; también que sean cordiales, alegres y generosos, y no se dejen arrastrar por la ira ni el malhumor. Que tengan trabajos y sueldos dignos, techos donde cobijarse, vidas extensas y saludables y que los rodeen gente que les respeten y quieran.
Que no les destruyan ni deshumanicen las incontables tragedias del mundo, todo su sufrimiento y dolor, que mantengan la esperanza en el futuro y en un Planeta mejor; que permanezcan con el alma limpia, que no se vendan, ni a nadie intenten comprar. Que cada día aprendan nuevas cosas, que vivan intensamente. Que no abusen de los débiles, que respeten la naturaleza. Que asuman los valores de la solidaridad y la justicia. Que luchen por lo que creen, aún a contracorriente. Que sean felices. Personas de bien, personas buenas.
Los buenos vecinos de mi pueblo entienden perfectamente por qué se los deseo, de qué quiero que se alejen. Ojalá.
1 comentario:
ahi señor y manolo reyes sabra sumar 2+2, a mi me parece que no, ya que no ve mas alla de sus narices.
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