sábado, 2 de enero de 2010

LA PASADA RIADA O LA POLITICA DE LA DECADENCIA Y LA INCOMPETENCIA

El pasado viernes tenía que haberse celebrado el últimpo Pleno del año, el obligatorio y preceptivo Pleno de diciembre. El alcalde, de nuevo, en un alarde de cinismo político, lo desconvocó, aún habiendo más de veinte mociones socialistas, casi todas ellas relacionadas con propuestas para evitar catástrofes como las de la pasada riada.
Es, de nuevo evidenciada, la política de la decadencia y la incompetencia. El pueblo ha seguido con estupefacción el increíble desempeño de los gobiernos insular y regional en respuesta al desastre físico y humano a consecuencias de la riada. Gracias a los medios de comunicación, todo el mundo pudo seguir la historia al detalle. La reacción general fue preguntar cómo es que, ante este desastre, en nuestra isla se responda tan mal, o mucho menos adecuadamente que lo que los ciudadanos esperamos. Capítulo aparte ocupa la inexistente reacción de nuestros gobernantess, de los gobernantes ramblero. Pero para los nuestros, lamentablemente, la respuesta simple es que se trata de una combinación de incompetencia y decadencia. Y los resultados de este desastre serán una mayor disminución en el respeto hacia el alcalde y un escepticismo más profundo de todos los rambleros acerca de la capacidad de AIS-CC de actuar más allá de la vacua retórica.
La reacción inicial de nuestros desgobernantes fue decir que nadie hubiera predicho que iba a pasar lo que pasó y que el 80 por ciento del casco del pueblo quedaría inundado. Pero no es una situación nueva. Hacía año y medio que había pasado algo similar en las medianías de La Vera, con menores consecuencias porque ocurrió en una zono mayormente cultivada. De hecho, también, los propios socialistas advertimos, una y otra vez, de la posibilidad de ocurrencia de potenciales catástrofes.
Además, cualquiera que estuviera atento a la radio, habría escuchado al alcalde advertirle a los ciudadanos que podría ser posible ordenar la evacuación del pueblo. Como todo el mundo sabe, ni todos tienen automóvil y dinero necesarios para evacuar, ni se sabe hacia donde, ni se sabe si es confinamiento y a donde se confinará la gente.... ¿Pensó en esto el alcalde cuando dió la voz de alarma? Por supuesto que no. Menos mal que la gente es sensata y actúa mejor que quien debía planificar y contenerse para no alarmar.
Al día siguiente de la riada, el gobierno municipal pareció organizarse más o menos, pero al día siguiente es mucho tiempo. Sin embargo, esta demora no fue accidental. Es el resultado directo de cómo opera el régimen de Reyes: poco juicio y activa indiferencia a cualquier cosa que no esté en los primeros lugares de su lista de prioridades. Así, van perdiendo el barco en varios aspectos durante los últimos años. Al negar nuestras mociones relativas a la seguridad y al acondicionamientos de cauces y barrancos, aseguraron que estaban preparados para cualquier emergencia. Obviamente no lo estuvieron. Demostraron estar tan poco preparados ante l riada como lo estuvieron ante el incendio de 2007. Ni siquiera una prtida presupuestaria para garantizar la seguridad ciudadana.
Luego está la cuestión de predecir una tormenta de tal magnitud. Pero aunque únicamente se use esta última explicación (que encaja mejor con la posición del régimen de CC), es fácil predecir que estamos en una situación de riesgo de ocurrencias cada vez mayores de tormentas de ese calibre y que algo como la riada tenía gran probabilidad de que ocurriera. Entonces, ¿por qué no estaba en alerta el gobierno municipal? Incompetencia e indiferencia, porque evitar el daño de una riada no era una prioridad en la lista de un gobierno que quiere hacer beñesmenes y otros saraos que cuestan el equivalente a lo que cobraría un técnico por redactar un Plan de seguridad.
Otro factor importante es el estilo político de Manuel Reyes y sus asociados. Hacen designaciones políticas para todos los puestos altos en el ayuntamiento, algunos con personajes de dudosa competencia. Esto no es nada fuera de lo común, pues todos los alcaldes lo hacen. Pero lo diferente del estilo del régimen de Reyes es que él lo hace por abrigar profundas sospechas hacia los experimentados funconarios del ayuntamiento. Por eso los ignoran, los intimidan, los invalidan vez tras vez. Y entonces, estos hábiles funcionarios desaparecen tras una maraña de malas decisiones en las que los emepleados municipales no tienen ni arte ni parte. Algunos incluso se van, iniciando lo que podría ser, si no mediaran otras circunstancias, un verdadero éxodo de terribles consecuencias en nuestra pequeña y acosada administración.
La real pregunta es: ¿y ahora qué? No pregunto esto en función de las víctimas de la riada, que sufren de múltiples maneras y que probablemente sufrirán durante algún tiempo, sin obtener ayuda alguna de la administración más cercana, el ayuntamiento del pueblo.
Pregunto, ¿qué sigue?, primero para AIS-CC y en segundo lugar para San Juan de la Rambla. Los índices de popularidad de AIS-CC son ya extremadamente bajos y es probable que bajen aún más. La política (más bien despolítica) que siguen es día a día más impopular. El alcalde no encuentra el camino para una retirada elegante. La economía no está en buenas condiciones, para nada; más parados que en cualquier otro sitio, poca activación económica, ningún incentivo a comerciantes, y los sucesos tals como la riada no sirven, an absoluto, para mejorar las cosas. Y dado que ahora estamos en momentos de baja inversión, nos tememos que el resto de instituciones inviertan en aquellos municipios confiables y San Juan no lo es, ni siquiera para sus propios socios en otras nstituciones, por su poca previsión y la mala ejecución de las obras que hasta ahora han ejecutado, tan mala que incluso se les ha sancionado por ello.
San Juan de la Rambla, nuestro municipio, en el que saldrá más afectado. Cuando necesitamos que el Estado, con sus tropas, sea el que ayude a restaurar el orden en el pueblo porque nuestros efectivos son escasos o tardan en llegar, poco confiables debemos parecer. Los que pueden darnos algo de dinero para invertir no van a sentirse muy seguros de la capacidad ramblera para manejar sus asuntos si una de las salidas del pueblo está estrangulada mientras el pseudoperiodista decide si el escudo es de flores o de mosaicos (o no va a habar escudo porque ya no hay dinero). Los políticos que se precian suelen ser más serios. Y cuando los comentaristas de nuestros medios, salvo uno, se rien por lo bajini sobre la capacidad de nuestros gobernantes, todos nos lamentamos de la creciente decadencia e incompetencia cuyas consecuencias que nos afectan a todos. Y nos llenamos de tristeza.

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