domingo, 8 de septiembre de 2013

LA HOSPITALIDAD



Presumo, y así me lo recordaba el otro día María Pino Fuentes, de ser de un pueblo donde la hospitalidad suponía, antaño, casas sin puertas donde ser recibía a quienes contestaran a la pregunta ¿Quién es? con la expresión "Paz"; donde el visitante era recibido como un regalo, tanto que cuando se iba, la persona anfitriona decía "¿Y qué te doy yo?", porque entendía la sola visita como un regalo al que había que corresponder; donde nunca faltaba un café para obsequiar al visitante. Estoy muy satisfecha de que eso sea así, es más, presumo de ello. Y no sé por qué hablo en pasado, porque sigue siendo así. Por eso me causa especialmente rechazo la conducta institucional de excluir a personas de la invitación institucional a los actos de San José. Si se invita, por ejemplo, a consejeros de cabildo, han de ser invitados todos los consejeros de cabildo, si se invita a alcaldes, todos los alcaldes han de ser invitados. Y así no ha sido. Malos representantes que hacen lo contrario que lo que hacen sus representados en sus casas. No me siento identificada con eso, y si con la casa más humilde que visito y que cuando me voy me dicen, con todo el amor del mundo: ¿Y yo que te doy?

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