Este año se cumplen 29 años de la inauguración del Francisco
Afonso Carrillo. Este centro cubrió las aspiraciones de las dos terceras partes
de la población de San Juan de la Rambla, la de medianías, de ser escolarizada,
de escolarizar a sus hijos e hijas dentro del término municipal.
Tenemos, para entender el profundo significado de la
construcción del Francisco Afonso, que remontarnos a la dictadura. Las leyes
educativas franquistas propiciaban una educación sesgada, a favor de los
pudientes y de las clases medias en el caso de cercanía a los centros escolares
de Enseñanzas Medias, que estaban en poblaciones capitalinas. Las clases medias
y trabajadoras de las zonas rurales no tenían, pues, acceso igualitario a la
educación. Muchos cerebros importantes de nuestro municipio, por ejemplo,
dejaron de enriquecer a la sociedad. La Ley General de Educación corrigió eso.
Gestada después de un Libro Blanco realizada a finales de la década de los 60
del siglo pasado, era la exigencia del Banco Mundial para conceder créditos al
gobierno de Franco, en la primera etapa del desarrollo español, en la época en
que se nos denominaba país en vías de desarrollo. Para dar ese crédito, los
organismos internacionales verificaron muchos aspectos de la situación de
España, detectando como el más grave obstáculo para el desarrollo del país las enormes
desigualdades educativas a corregir. Recordemos
que La ley de 1970, Ley Villar o Ley General de Educación propicia una red de
centro escolares, los denominados del Plan de Urgencia, para acoger enseñanzas
graduadas (curso a curso) hasta los 14 años. No existía red, y hubo de ser establecido
un plan para construir los colegios "de urgencia". De ahí su nombre.
Cayeron donde cayeron (en la comarca, en San Juan Casco y en La Guancha). La
población de medianías de SJR inicialmente fue acogida en el de San Juan, pero
luego, por cercanía, acudió al de La Guancha. Concentrados en un municipio
ajeno y prematuramente sacados de su entorno, estos escolares coincidieron en
el tiempo con la masiva afluencia de escolares a los centros, producto del boom
de la natalidad de los 70. A las concentraciones escolares masivas y de
extrañamiento del entorno se añadió la doble (y a veces hasta triple) ocupación
de las aulas por ese boom. Con lo cual los escolares estaban escolarizados en
plazas escolares compartidas por otros escolares (de manera similar a la teoría
de las “camas calientes” de los inmigrantes, podríamos hablar de los “pupitres
calientes” de la época).
Tuvo que llegar al gobierno autónomo el primer gobierno
socialista, presidido por Jerónimo Saavedra, con Luis Balbuena de consejero de
Educación y con Ramón Álvarez Braun, como Director General de Infraestructura
Educativa para hacer verdad, por primera vez en Canarias, la realidad de que
cada escolar tuviera su puesto escolar propio, y se hizo ejemplarmente y con
una velocidad que ya nos gustaría en la actualidad. Ramón, maestro de maestros, a quien siempre le
dije que debía formar con su concepto de socialismo a los jóvenes y que hablara
donde hablara yo llevaría a mis hijos fue un caballero de la política, un hombre machadianamente bueno, con barba
krausista, un hombre que combinó la fiel
expresión de la honestidad intelectual y de la honradez humana. Esa honestidad
entre dos grandes, Luis Balbuena y Ramón Álvarez, combinada con la diligencia
del alcalde a la sazón, el socialista don José Hernández, hizo realidad el
sueño de nuestra gente. La celeridad quedó demostrada en el hecho de que el
equipo de la consejería toma posesión en mayo de 1983 y el 24 de diciembre de
1984 se inaugura oficialmente, como un extraordinario regalo de Navidad, el
Francisco Afonso Carrillo. Las clases habían comenzado unos meses antes, casi
desde el comienzo del curso escolar, gracias a la diligencia de profesorado,
madres y alumnas mayores que colaboraron en la limpieza y adecuación del centro,
para comenzar a usarlo sin dilación, pese a que faltaban algunos remates de las
obras. Ramón siempre dijo, conmovido y
emocionado, con aquella voz profunda y seria que le caracterizaba, cuando
hablaba conmigo de la época, que durante la obra y la inauguración, que “el
pueblo estaba con nosotros”. Y así era y así fue siempre con nuestro pueblo,
generoso y entregado.
El día de la inauguración estaba el alcalde a la sazón, D.
José Hernández, la que después lo sustituyó, la también alcaldesa socialista Conchita
Pérez Santo Tomás y el que fue concejal socialista y su primer director, Carlos
Quintana y el profesor don Monsis (Agustín R. Hernández Fuentes) que es historia, también, de nuestra educación por su larga actividad docente en nuestro municipio. También los cargos mencionados de la Consejería. Y todo el pueblo. La
ocasión no era para menos. El nombre fue un merecido homenaje a quien, desde
esta comarca del norte, concretamente desde el Puerto de la Cruz, murió
ejemplarmente en acto de servicio, y nos sobrecogió con su muerte a todos. Francisco
Bello, hermanode Antonio, nuestro hijo adoptivo, profundiza en la procedencia de Paco y afirma
que procede también de SJR por una de sus ramas. Pese a ello, durante muchos
años presenciamos como se pretendió quitarle el nombre al centro,
afortunadamente sin éxito, los que hoy se cuelgan medallas y salen en la foto. No
importa. Porque lo que toca es dar las gracias al equipo directivo y a la AMPA
que han propiciado este acercamiento de los escolares a los orígenes del
centro. Y honor y gloria a quienes lo hicieron posible. Sencillamente, gracias
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