jueves, 26 de junio de 2014

DESDE MI AGNOSTICISMO, EN DEFENSA DE LA RELIGIÓN



Este seguramente es un escrito sorprendente. Tan sorprendente como meditado.  Está meditado desde la reflexión como ciudadana, como docente y como persona con larga experiencia vital. En un momento en que están a punto de tomar decisiones en la Consejería de Educación al respecto al horario de Religión (materia optativa, y de libre elección por los padres, y complementada por la atención educativa a aquellos que no cursan religión) voy a constituirme en defensora del espacio educativo de la religión. Con la libertad que me da mi agnosticismo confesado, y el haber contemplado a la religión, dentro del espacio educativo, con el mismo respeto que otras materias a cursar, como saben los que han sido mis colegas.  Al margen de otras consideraciones constitucionales, yo defiendo la religión en la escuela como espacio para la formación de buenos ciudadanos. El mensaje religioso es un mensaje (no el único, por supuesto, pero es uno más) que incide en la formación de buenos ciudadanos, de ciudadanos con valores. Y es precisamente la falta de valores lo que aconsejaría a que desde la escuela se primara la educación en valores, venga del ámbito del que venga esa formación. Cuando yo era alumna de Bachiller elemental, tendría a la sazón unos 12 años, vino un nuevo estudiante a mi colegio. Un estudiante exótico, hindú, Narem  Sirumal Panyapi, se coló entre los alumnos y alumnas de un colegio de extrarradio, hijos de personas de clase media baja. Narem era hijo de un comerciante de aquellos espléndidos y coloristas bazares que iluminaron mi infancia y juventud, hoy tristemente casi desaparecidos de Santa Cruz. Ya había cierta apertura en la educación, y se cocía la Ley General de Educación. Y los estudiantes de otras religiones podían ejercer el derecho a renunciar a cursar la Religión Católica, obligatoria a la sazón. El padre de Narem fue convocado por el centro para que ejerciera su derecho a que Narem no fuera instruido en la religión “oficial” del momento. Y el padre de Narem, en una conversación razonada con el director del Centro, declinó su derecho. El padre de Narem era hinduista, lo mismo que Gandhi. Gandhi decía que todas las religiones son iguales, y que la verdadera religión era la verdad y la rectitud.  Por eso él decía que permanecía fiel al hinduismo y no necesitaba  cambiar a otra religión, porque la otra, en esencia, era la misma. El padre de Narem, sin él saberlo,  para mis doce años, fue un destello de tolerancia y de sabiduría y me abrió el deseo de conocer más sobre el hinduismo y Gandhi. Y tal vez por él me parece tan importante, pese a mi agnosticismo, que los niños y las niñas, sea cual sea la religión, se formen en los principios básicos de la religión de sus ancestros. Porque lo que yo quiero, lo que la sociedad demanda, es que la escuela, y la sociedad toda, forme personas íntegras y buenos ciudadanos, que eduque para la vida plena de cada uno y de todos, y que lo haga conforme a su dignidad de persona y a las necesidades del mundo de hoy. Y es que para eso hace falta, cada vez más falta, el concurso de toda la tribu, pero también de aquellas instituciones que tienen en sus manos la formación de los ciudadanos. Y en cuantos más ámbitos mejor. Por eso  me pareció un disparate la supresión de la formación de la ciudadanía, y me parece un disparate restar tiempo a la formación en valores, que es lo que en síntesis venía a hacer el área suprimida y hace, en la actualidad, la formación religiosa. Más ética, más valores y más formación integral. Si es ambas, formación religiosa y formación ciudadana, mejor que mejor. Lo que abunda no daña. Porque al final, lo que interesa es desarrollar en los educandos los valores de  libertad, bien, verdad, paz, solidaridad, tolerancia, igualdad y justicia. Ayudar a los alumnos y a las alumnas a ser capaces de elaborar, por decisión existencial, su propio proyecto de vida, como ciudadanos responsables, protagonistas críticos, creadores y transformadores de la sociedad, a través del amor, el conocimiento y el trabajo. Y para eso, repito, es necesaria toda la tribu y es necesario que conozcan todos los modelos. Porque si no, no estarían en disposición de poder elegir. Y al final, eso es la vida: una sucesión de elecciones. Para las que hay que estar informados y formados. Por ello, desde mi agnosticismo, me declaro defensora del espacio educativo de Formación Religiosa. 

1 comentario:

Unknown dijo...

Cordial saludo

Respetuosamente pongo a su disposición la siguiente información que nos puede ayudar a nuestro desarrollo espiritual y conocer una gran enseñanza. ”Un ser humano que sigue la verdad no conoce ningún prejuicio, pues una opinión preconcebida obstruye la búsqueda, el descubrimiento y la honestidad misma”.

Esta enseñanza, está aquí: es.figu.org y en el Talmud de Jmmanuel http://el-talmud-de-jmmanuel.blogspot.com/

Este Talmud son las verdaderas escrituras del Galileo y tiene mucha relación con la página de FIGU. Es importante leer el epílogo y explicación del Talmud

http://es.figu.org/ensenanza_del_espiritu/la_ensenanza_del_espiritu

Esta invitación la realizo por iniciativa propia, ya que la FIGU dentro de sus lineamientos está el no misionar.

Puedes investigar y compartir esta información.

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Muchas gracias