Se presenta muy interesante el
panorama político municipal de la mano del desembarco en la arena política
PARTIDISTA de nuevas formaciones, procedentes del activismo político, los unos
desgajados de otros partidos con los que participaron en elecciones precedentes
y otros de la defensa y práctica de la
abstención como resultado de la discusión crítica del sistema de la mano de los
efectos del 15 M en las últimas elecciones. Es una buena noticia la
incorporación al sistema electoral y a la competición política formal de
candidaturas que, en lugar de reflexionar rigurosamente sobre el municipio, su
pasado, presente y futuro se “escapan” fuera de nuestras fronteras naturales en
la arena del debate político, bien por ignorancia de lo que aquí ocurre o por
la teoría de ET: se presentan aquí, pero su interés es allá, y siempre acaban
diciendo “mi casa, teléfono” porque desearían que el debate fuera de allá. Pero
es bueno que estén, dado que en SJR, donde la participación siempre ha sido
altísima en las locales, en 2011 el efecto 15 M hizo disminuir ligeramente el
voto.
Desde el punto de vista de la
teoría de partidos hay que seguir muy de cerca la evolución de estas
formaciones. Unas harán suyas nuevas siglas, en un baile que nos tiene mareados
a los rambleros y las rambleras, que nunca sabemos exactamente qué piensa o qué
defiende, en función de unas adscripciones u otras, los que ya han pasado por
varios partidos distintos. Alguna otra bebió del Movimiento 15M ideas que renegaban
de los liderazgos y el partidismo y apostaban por la horizontalidad anónima. No
obstante, ya no hay horizontalidad, eligen a su líder y, aunque siguen diciendo
que son apóstoles del no partidismo, se integran en un partido al uso. La
hostilidad con el sistema no les impide entrar por el aro del sistema. Son
hostiles con los logros del propio sistema, se niegan a valorar de forma
distinta a qué formaciones han logrado los avances sociales, los minusvaloran
como si eso fuera regalado, y se muestran muy críticas con la forma de
funcionar de los partidos que, mal que bien, pilotaron la Transición y algunos
de los mejores años de la Historia reciente de España. Y sin embargo, sus
primeros pasos han estado marcados por el hiperliderazgo de sus dirigentes, el
coqueteo descarado con los medios de comunicación tradicionales y con el
partido que podría denominarse casta local (no, no es el PSOE) y muestran una cierta improvisación a la hora de
organizarse internamente. Por eso recurren a una supraorganización, que los
arropa y donde terminan por integrarse: un partido político. Es decir, que en
su primera definición ya mienten: no son no partidistas, forman parte de un
partido.
Decía un veterano socialista que
en una organización política la existencia de estatutos era la mejor garantía
para las minorías y para los críticos. Poco o nada se sabe de los estatutos de
estos nuevos partidos políticos, que de la nada quieren competir en buena lid
en las elecciones con partidos de historia más que centenaria. Su presencia ha
despertado mucha expectación, y han movilizado, como ya dije, algunos votos que
suponían la abstención producto del hastío. Pero todas esas expectativas han de
cumplirse. La transparencia, la ejemplaridad y la participación que predican deben
ser, so pena de caer en contradicciones como con lo de “no partidistas”, un
imperativo interno y externo. Sus integrantes y candidatos van a someterse al
mismo escrutinio y a la misma crítica feroz al que nos llevamos enfrentando
durante muchos años los miembros de otros partidos políticos. También a la
difamación gratuita, al descrédito interesado. Tendrán que trabajar a favor de
los ciudadanos, predicar con el ejemplo, ser coherentes y rendir cuentas. Sin
duda, un reto fenomenal para formaciones sin trayectoria, cargadas de
voluntarismo, y que tienen sobre sus espaldas la gran responsabilidad de estar
a la altura de lo que esperan de ellas sus posibles votantes. Ojalá traigan lo
que prometen, y no ese populismo tan previsible y tan agradable al oído
escéptico de una sociedad desencantada. Estamos “en el mismo barco”. Todo lo
que sea dignificar la política, representar con honestidad a los ciudadanos y
trabajar por el bienestar colectivo forma parte de ese frente común de la
izquierda que no siempre se ha mantenido unido. Los próximos meses serán
decisivos para valorar la fortaleza de sus convicciones y la veracidad de sus
mensajes. Yo les pediría que analizaran más sus mensajes y sus definiciones.
Demasiados errores en pocas intervenciones públicas nos hace dudar del rigor y
la profunda elaboración de las propuestas. Pero en tiempos de injusticia, todas
las manos son pocas. La muralla cada día se tambalea más. A ver que dan de sí.
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