Buenos días. Toca hablar hoy de altura de miras. “El deber
revolucionario de un escritor es escribir bien”, decía Gabriel García Márquez,
y decía bien, porque él, escritor, se refería con su oficio al resto de oficios
del mudo. También, y sobre todo, a la de político. Porque mientras los
escritores como él inventan una realidad mágica que nos envuelve y nos hace
formar parte de ella, los políticos deben inventar soluciones mágicas a los
problemas reales, más mágicas cuanto más reales. Por eso, ser buen político es
despejar las trabas a las soluciones. Buscar cuanto más soluciones, mejor. Y
para eso, lo más revolucionario, lo que hace que las cosas se hagan bien es el diálogo
con los demás. Con todos. Porque nos unen los referentes culturales. Pese a las
ideologías, en el ámbito local, la ambición es el progreso del pueblo. No se
puede renegar de parte del pueblo. La historia es común, tenemos apellidos
comunes, pero sobre todo, nuestras aspiraciones de mejorar el pueblo tendrían que ser comunes. Y digo tendrían porque
no lo parece así en SJR si se analiza los acontecimientos. Porque la humildad, la
solidaridad y la cooperación por el bien común no es un asunto retórico. No lo
practica quien acepta que “al otro” lo insulten o calumnien gravemente, e
incluso participa del insulto y calumnia, llegando a la mascarada más absoluta.
Productos de limpieza o compra de libros, además de ser cuestiones de trámite
anecdóticas, no resuelven en absoluto los graves problemas del municipio. No lo
practica quien somete al oscurantismo más absoluto su quehacer político. El
plazo para aceptar documentos para el pleno se hizo acabar en jueves, porque el
viernes se celebraba junta de portavoces, para hacer copartícipes del orden del
día del pleno a todos los grupos políticos. Nunca más se ha hecho, pero se
sigue haciendo acabar ilegalmente el plazo en jueves. Olvidan con esa actuación
al grupo mayoritario, pero, sobre todo, e incluso prescindiendo de los apoyos vecinales,
desprecian brazos y cerebros necesarios. No se nos puede sumar a la hora de las
retóricas, e incluso en las conversaciones con personas de fuera, para luego restarnos cuando les conviene.
Explíquenles a esas personas, e incluso a los vecinos (que lo saben de sobra,
de todas formas) que ustedes tienen con nosotros la obligación de la
rectificación y del buen trato, cosa que día a día brilla por su ausencia. Porque
ahora se comportan como nuevos ricos. En estos días de opulencia (les conviene
recordar a quienes no están en la opulencia como ustedes, porque les ofenden
con ciertos comportamientos, y no digo más) cierran en las narices la puerta a quienes
pueden aportar el proyecto que esperan la mayoría de los vecinos. Olvidan que
llegará el día (no muy lejano) en que nosotros tengamos también que abrirles las
puertas, como ya hicimos tras las elecciones de 2011. El buen gobierno no es
nunca un proceso unidireccional e
injusto por el cual ustedes hacen y deshacen mientras les ponen todas las trabas
posibles, y algunas imposibles, a los que representamos a la mayoría ramblera.
Por eso, menos retóricas y más rectificación y acciones, menos prepotencia y
más participación, menos acciones viles y más altura de miras, menos procesos
unidireccionalees y más justicia con quienes representamos a la mayoría de
nuestro municipio. Porque ustedes nos necesitan a nosotros más que nosotros a
ustedes. Aparte de la mayoría, porque tenemos más cosas que ofrecer vinculadas
con el buen gobierno. Y ustedes lo saben.
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