Los chimpancés aprenden formas
más eficientes de utilizar una herramienta al ver cómo lo hacen otros
congéneres. En un estudio, los chimpancés recibieron unas cajas de zumo con un
pequeño agujero y unas pajitas para beber. Un grupo de chimpancés utilizó las
pajitas como si fueran varitas, mojándolas y chupando el extremo, mientras que
el otro grupo aprendió a chupar directamente a través del tubito. Aprender
ambas técnicas requiere las mismas habilidades cognitivas y motoras, pero los
chimpancés que bebieron a través de la pajita obtenían más zumo en un corto
período de tiempo. Cuando el primer grupo de chimpancés observó a un ser humano
o a otro chimpancé demostrar la técnica de succión más eficiente, todos
decidieron hacer lo mismo. «Cuando los chimpancés no están satisfechos con su
propia técnica, pueden aprender socialmente una técnica mejorada observando con
atención a alguien competente». Según los autores, estos resultados sugieren
cómo la cultura puede evolucionar en los animales. Sin embargo, las personas
autosuficientes, que dicen que no necesitan los conocimientos de otros, o que
otros no les van a enseñar porque sus conocimientos académicos o técnicos no
les valen (obras sin proyecto), porque estos provienen de experiencias foráneas
o porque creen que saben por ciencia infusa, todo aquello que la humanidad, en
su evolución, ha atesorado como conocimientos, terminan renunciando al
aprendizaje, por prepotencia y falta de humildad. Yo confieso que aprendo cada
día. Cada persona, en sus ocupaciones, en sus aficiones o a través de sus
estudios sabe más que yo de casi cualquier cosa. Sólo de mi ámbito, la
educación, creo que sé algo. Y todos estamos en el deber, sobre todo si somos
cargo público, de aprender de quienes saben. A eso, en inglés, se le llama hacer
benchmarking. Para que el anglicismo no nos asuste, digámoslo en otros
términos: nos hace mucha falta mirar las buenas prácticas que hay en otros
lugares para copiarlas y adaptarlas a lo nuestro. Una frase más: necesitamos
“transferencia de conocimiento” de los que saben, de los que lo hacen bien. No
hablo de copiar sistemas de competencia o tratar de aplicar tecnologías que por
costosas se salen de nuestro alcance; hablo de pequeños detalles que, puestos
en nuestra cotidianidad, nos pueden mejorar muchísimo. Pero para ello hay que
saber que no se sabe, valorar a los que saben y estar dispuestos a aprender a
aprender, que es una de las nuevas competencias puestas en valor en el sistema
educativo. Y eso sólo puede lograrse con humildad, aceptando la jerarquía y la
autoridad del conocimiento y queriendo aprender, aceptando que día a día
poseemos la mejor capacidad y más intrínseca del ser humano (y de los
chimpancés): la capacidad de aprendizaje. Seamos, al menos, como los
chimpancés.
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