domingo, 18 de agosto de 2013

SEAMOS, AL MENOS, COMO LOS CHIMPANCÉS

Los chimpancés aprenden formas más eficientes de utilizar una herramienta al ver cómo lo hacen otros congéneres. En un estudio, los chimpancés recibieron unas cajas de zumo con un pequeño agujero y unas pajitas para beber. Un grupo de chimpancés utilizó las pajitas como si fueran varitas, mojándolas y chupando el extremo, mientras que el otro grupo aprendió a chupar directamente a través del tubito. Aprender ambas técnicas requiere las mismas habilidades cognitivas y motoras, pero los chimpancés que bebieron a través de la pajita obtenían más zumo en un corto período de tiempo. Cuando el primer grupo de chimpancés observó a un ser humano o a otro chimpancé demostrar la técnica de succión más eficiente, todos decidieron hacer lo mismo. «Cuando los chimpancés no están satisfechos con su propia técnica, pueden aprender socialmente una técnica mejorada observando con atención a alguien competente». Según los autores, estos resultados sugieren cómo la cultura puede evolucionar en los animales. Sin embargo, las personas autosuficientes, que dicen que no necesitan los conocimientos de otros, o que otros no les van a enseñar porque sus conocimientos académicos o técnicos no les valen (obras sin proyecto), porque estos provienen de experiencias foráneas o porque creen que saben por ciencia infusa, todo aquello que la humanidad, en su evolución, ha atesorado como conocimientos, terminan renunciando al aprendizaje, por prepotencia y falta de humildad. Yo confieso que aprendo cada día. Cada persona, en sus ocupaciones, en sus aficiones o a través de sus estudios sabe más que yo de casi cualquier cosa. Sólo de mi ámbito, la educación, creo que sé algo. Y todos estamos en el deber, sobre todo si somos cargo público, de aprender de quienes saben. A eso, en inglés, se le llama hacer benchmarking. Para que el anglicismo no nos asuste, digámoslo en otros términos: nos hace mucha falta mirar las buenas prácticas que hay en otros lugares para copiarlas y adaptarlas a lo nuestro. Una frase más: necesitamos “transferencia de conocimiento” de los que saben, de los que lo hacen bien. No hablo de copiar sistemas de competencia o tratar de aplicar tecnologías que por costosas se salen de nuestro alcance; hablo de pequeños detalles que, puestos en nuestra cotidianidad, nos pueden mejorar muchísimo. Pero para ello hay que saber que no se sabe, valorar a los que saben y estar dispuestos a aprender a aprender, que es una de las nuevas competencias puestas en valor en el sistema educativo. Y eso sólo puede lograrse con humildad, aceptando la jerarquía y la autoridad del conocimiento y queriendo aprender, aceptando que día a día poseemos la mejor capacidad y más intrínseca del ser humano (y de los chimpancés): la capacidad de aprendizaje. Seamos, al menos, como los chimpancés.

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